Las cosas importantes

Una consecuencia del encendido debate político es que lo importante parece dejar de serlo. El ciudadano asiste atónito al tiempo derrochado en las urgencias de los encausados del ‘procés’ catalán mientras el fracaso escolar, la falta de recursos sanitarios, la crisis climática, la inversión en ciencia, el empleo o la precariedad de los jóvenes quedan fuera de las primeras páginas de la agenda pública.

En el tránsito de un nuevo ciclo electoral y en el callejón agónico de su propia supervivencia, el presidente Pedro Sánchez trata de reconectar con las preocupaciones reales de los ciudadanos con la promesa de actuar ante los malos resultados de los estudiantes españoles que refleja en el último informe PISA. Anuncia 500 millones para reforzar los conocimientos en las asignaturas "duras de roer" (sic), como Matemáticas o Lengua, las grandes olvidadas por las continuas reformas que ha vivido (sufrido) el sistema en las últimas décadas.

Lo hace con una autoenmienda a lo que ha sido su propia política educativa, en un mitin electoral y sin contar ni con padres y educadores ni con quien en definitiva gestiona las competencias, las comunidades autónomas, en su mayoría gobernadas por el PP. Es cierto que la educación en España necesita un cambio profundo que revierta sus malos resultados. Pero solo de una reforma estructural y definitiva del sistema, entendida en el marco de un pacto de Estado y guiada por los que de verdad saben, saldrá una solución. El resto son señuelos en época de necesidad electoral

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