Sobre la igualdad

Sobre la igualdad
Sobre la igualdad
Pixabay

Es difícil en estos tiempos no caer en la tentación de la igualdad para, al menos, adornar con ella un discurso que se precie. Queda bien en cualquier sitio, aunque en el fondo se trate de un concepto vidrioso y maleable que a menudo exigiría matizaciones que no se hacen. 

En primera instancia, aunque presente prismas muy diversos, hablar de igualdad nos sigue llevando a la cuestión de género. Este es un debate muy vivo, con múltiples intereses de naturaleza política, pero lo cierto es que hay hoy desigualdades inquietantes, como la socioeconómica que sigue creciendo o la amenaza al principio de igualdad entre españoles, que merecen igualmente nuestra atención.

La cuestión no es simple porque la igualdad no puede abstraerse del sujeto concreto y hay igualdades que resultan injustas. De ahí surgen discriminaciones y cuotas, sancionadas por ley, que admiten gradaciones y, lo que es más importante, abren un amplio espacio para la discusión y la crítica. El CIS ha revelado, sorprendentemente, que el 44,1% de los hombres, y un 32,5% de las mujeres, considera que se ha ido demasiado lejos en la promoción de la igualdad y ahora son ellos los discriminados. Uno podría pensar que el inefable Tezanos ha vuelto a excederse –también aquí– tras aquella confesión de Sánchez de que tenía "amigos" de su edad que se sentían incómodos con el discurso feminista y culpabilizador de su ministra Irene Montero. Pero lo cierto es que son los más jóvenes los que más opinan así.

El aspecto generacional tiene un peso importante en la visión de este asunto puesto que hay un claro componente reactivo respecto al pasado, que sirve para justificar medidas actuales y que inevitablemente irá perdiendo efecto. Si uno observa sin apasionamiento el papel del hombre de mediana edad en la publicidad, que es un termómetro de cierta realidad social, hallará evidentes signos de desigualdad. El anuncio reciente de una conocida compañía de seguros, por ejemplo, ofrece a una clienta un cambio de coche y de paso de pareja, un señor con barriga por un atractivo modelo, sin que nadie se ofenda. Planteada al revés, esta burda humorada hubiera sido polémica. Y eso, la polémica, es algo que, también en este asunto, siempre acaba desbordando al sentido común.  

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Alejandro E. Orús)

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión