Mantener la polución, otra ‘línea roja’

Uno de los carteles que advierten del inicio de la zona de bajas emisiones está en la calle de Eusebio Blasco
Uno de los carteles que advierten del inicio de la zona de bajas emisiones está en la calle de Eusebio Blasco
Guillermo Mestre

La ventaja para Zaragoza de llegar tan tardísimo a una ordenación de la movilidad urbana que terminará retirando la mayor parte del tráfico de su casco histórico y centro (ojalá más pronto que tarde) es que abundan los modelos para inspirarse que llevan tiempo funcionando bien en otros lugares de España y el resto de Europa, sin que haya necesidad de inventar ni arriesgar nada.

Aquí siguen pasando día y noche vehículos de todo tipo, incluso pesados, por el entramado de calles y plazas donde late con más fuerza el corazón de la ciudad, allá donde se concentran las huellas históricas y artísticas que le confieren su identidad. No tendría por qué haber ‘tema’ con la implantación de la zona de bajas emisiones, la cual permitirá mantener gran parte de esa circulación; es una iniciativa mucho más timorata que la peatonalización que hace mucho debiera ser la norma y no la excepción. Más aún cuando se está haciendo con tanta laxitud: van pasando los meses y los carteles que avisan de las limitaciones en vigor (extrañamente discretos en una ciudad rebosante de agresivos impactos visuales de todo tipo, sobre todo publicitarios) siguen de adorno, sin control alguno que invite a cumplirlas.

Y, sin embargo, Vox, en otra de sus pintorescas batallas, ha advertido de que no cederá «ni un milímetro» para impedir cualquier avance que modifique la situación actual, estableciendo una ‘línea roja’ como aquella que acabó con Periferias en Huesca. A ver si esta vez no tiene tanto éxito.

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