Brindis al sol

La polarización ha arraigado en el debate público.
La polarización ha arraigado en el debate público.
Gerd Altmann / Pixabay

Los días pasan solos, aunque se lleven con ellos todo un año. Y de las palabras, como estas que llenan a diario los periódicos, suele decirse que se las lleva el viento.

 O, en el mejor de los casos, los contenedores de papel. Hay que asumirlo así. Elegir una palabra del año se parece mucho a un esfuerzo inútil, un signo de resistencia al transcurso inevitable de las cosas. Pretender resumir el año, con todas sus luminarias y oscuridades, en un destello verbal revela también cierta ingenuidad. Pero, aunque absurdo, es un juego inocente que sirve de bálsamo entre las diatribas cotidianas.

Seguramente haber escogido ‘amnistía’, que el presidente Sánchez esconde todo lo que puede, hubiera sido, además de una evidencia, una decisión que podría interpretarse como parcial. En ese sentido, la elegida ‘polarización’ cumple con la corrección que puede esperarse de la Fundación del Español Urgente. Y además enlaza de forma natural con la ‘discordia’, a la que hay que reconocer más intención, utilizada por el Rey en su discurso de Nochebuena. Tal vez ha llegado el momento de alertarnos ante esta concurrencia de términos que, unida a algunos hechos violentos y a cierta proliferación de gestos agresivos, apuntan a un estado social ruinoso.

Ocurre que incluso la denuncia de la polarización se ha convertido en instrumento de combate político que se utiliza precisamente para azuzarla. Esto explica en parte la complejidad del momento. Sánchez no habló en su balance del año de amnistía pero culpó a la derecha de la polarización. «Es necesario saber que todo sucede según la discordia y la necesidad», dijo Heráclito. Polarizar es políticamente rentable aunque pueda llegar a resultar socialmente destructivo. No debe ser casual que vuelva a aparecer ahora otro término, el de ‘guerracivilismo’, enrevesado y siniestro a la vez.

Solo nos queda esperar a que pasen los días y a que otros años nos traigan palabras más amables. La intensidad de la pugna actual, marcada por minorías radicales que desprecian altivamente la convivencia, hace de la apelación a la responsabilidad un brindis de fin de año al sol, o mejor a la niebla sin viento en la que todas las palabras se quedan prendidas.

Feliz 2024.

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