Polarización, palabra de moda
En el país de la crispación, en el que se desechó, por imposible, pactar con el contrario (y hasta intentarlo), solo nos ponemos de acuerdo para ratificar que polarización, como dice la Fundéu RAE, es la palabra del año. Atrás quedan los tiempos en los que vacuna, nuestra salvación contra la covid, e inteligencia artificial, el futuro que ya está aquí, lideraban este ranquin. La época gris en la que vivimos se refleja en el elenco de vocablos que competían este 2023, pues con amnistía, guerra, euríbor, macroincendio, seísmo, fentanilo o ultrafalso entre los candidatos no cabía esperar nada bueno. Vemos la vida en negativo porque no nos queda más remedio. No descansan ni en Navidad. Para Pedro Sánchez, la derecha tiene la culpa hasta de que la palabra del año sea polarización. No hay ejemplo mejor.
De amnistía, otra de las candidatas, le gusta hablar menos al presidente, aunque fomente guerras, seísmos y macroincendios políticos que azuzan esa polarización. Debería sorprender a nuestros políticos que en la calle se asuma con naturalidad un término que refleja que la sociedad está rota.
2023 acaba peor de lo que comenzó, con el euríbor por las nubes, la cesta de la compra desbocada y ayudas en la luz y el gas que se empiezan a rebajar. Continúan las del transporte, porque se pagan al alimón con otras administraciones. El escudo social mengua conforme crece la exigencia de Europa para reducir la deuda. Pero en lugar de buscar solución se mira hacia otro lado y se culpa a la polarización. Que para eso está de moda.