Redactor de la sección de Cultura y columnista en HERALDO DE ARAGÓN

Cartas sobre la mesa

Cartas sobre la mesa.
Cartas sobre la mesa.
H. A.

Hoy me apunto a la reflexión, casi en prolepsis. Quedan seis días, y llevamos hablando de la cena de Navidad desde el verano, cuando salieron a la venta los décimos de lotería del 22 de diciembre. Ustedes y yo tenemos por delante un entorno complicado; ese campo de minas sembrado de gladiolos llamado cena de Nochebuena tiene este año más razones que nunca para dejar a un lado temas de conversación conflictivos. Y no, no me estoy marcando un alegato a favor de mantener el trasero lejos del río, porque quiero peces (besugo, por ejemplo, si se tercia: con el cardo tampoco me quejo, aunque no nade), pero a veces no se deben prender mechas potencialmente devastadoras.

En casi todas las Nochebuenas hay más de un comensal que no asoma por el entorno familiar en todo el año, el que trae las baklavas o el dulce de leche porque está lejos. Tampoco faltan nuestros mayores, deseosos de abrazos y villancicos. Los peques tienen tiempo de sobra para descubrir las miserias del mundo que les espera con las fauces abiertas para fagocitar su inocencia. Los cuñados no son (somos) tan malos, hay que trascender el chiste. 

Medio país está cabreado con el actual presidente del Gobierno, y la otra mitad sigue recordando que la acera de enfrente también tiene lo suyo. La mitad de Aragón, la futbolera, sufre con el tortuoso caminar de nuestros equipos señeros, mientras los chicos y chicas del basket (ellas, sobre todo) nos dibujan sonrisas en la cara. Y los más mayores, que también creemos en Papa Noel, pedimos al barbado habitante del Polo Norte que afine con el trineo, llegue a tiempo y traiga su cargamento de paz. No vaya a ser que nos dé por arreglar el mundo justamente esa noche.

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