Lo que diga el cuerpo

La vicepresidenta del Gobierno Nadia Calviño.
La vicepresidenta del Gobierno Nadia Calviño.
Europa Press

El cuerpo -dicen- es sabio. Nos envía señales, generalmente en forma de síntomas, que a menudo no sabemos interpretar.

  Y es posible que eso tenga que ver con la pérdida de conexiones ancestrales con nuestra esencia natural. Sostener la sabiduría del cuerpo supone relegar la práctica cerebral para sumergirse en misterios insondables, abandonarnos a un capricho incomprensible y por eso mismo inquietante.

El dilema entre instinto y raciocinio subyace a nuestro alrededor constantemente. La vicepresidenta Nadia Calviño, por ejemplo, ha dicho que «no me pedía el cuerpo» amnistiar a Puigdemont, una declaración de altura que sin duda ha debido tranquilizar enormemente a la opinión pública. Eso no obsta para que Calviño, que es una mujer firme en la defensa de la primacía de la razón y la cifra, señalara de inmediato que «mi cabeza me dice que este es el camino correcto». Que nadie espere en la futura presidenta del Banco Europeo de Inversiones concesiones a los vaivenes del cuerpo. «Cuando uno toma decisiones y tiene responsabilidades de gobierno, tiene que estar por encima de lo que le pida el cuerpo», ha añadido.

Hay en ello el reconocimiento de un sentir mayoritario, incluso de muchos votantes socialistas, y se entiende muy bien el intento de reducir el rechazo a la amnistía de los implicados en el ‘procés’ a una cuestión visceral ante la que hay que sobreponerse, sobre todo cuando se trata de conseguir siete votos para continuar en el Gobierno o, mejor todavía, para salir de él rumbo a Europa y cobrar 33.000 euros al mes. ¿Cómo no rendirse así a los dictados del cerebro frente al cuerpo?

Hay políticos, sin embargo, que creen que tienen mucho más que ganar dando rienda suelta a la víscera, como es el caso del líder de Vox, Santiago Abascal, y su célebre frase de «colgar de los pies a Sánchez». El populismo en general ha hecho de los designios del cuerpo su templo, interpretando la contención verbal como signo de cobardía y demostrando así la importancia que ha de tener la búsqueda de equilibrio y sentido común en la política. Es cierta la máxima pascaliana de que el corazón tiene razones que la razón no entiende, pero en ese combate por la verdad honesta de las cosas también hay reglas que seguir.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión