Por
  • Jesús Morales Arrizabalaga

Aprender a leer (1)

Aprender a leer (1)
Aprender a leer (1)
Krisis'23

La OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) es la primera organización internacional en que fue admitida la España del franquismo. 

En buena medida marcó el punto de inflexión, el final de la autarquía castrante, de la miseria. España era tolerada como escenario de inversiones y operaciones de los países ricos, dispuestos a aprovechar las oportunidades que brindaba nuestro subdesarrollo.

Apenas conocida, escondida en esa larga lista de acrónimos, cada tres años la OCDE salta durante unas horas a la primera plana por el informe resultante de su Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes de quince años (PISA: Programme for International Student Assessment). Salimos mal; hemos empeorado. Los expertos estarán analizando los datos; yo ofrezco mi experiencia a ras de suelo, como obrero de la enseñanza que desde hace años desarrolla un programa de "análisis y expresión de textos argumentativos" en un rinconcito del plan de estudios del Grado en Derecho.

Leer no es solo asignar un significado a las palabras escritas, implica transformar el lenguaje en conocimiento

Uno de los elementos que mide el informe es la ‘comprensión lectora’. Creo que merece alguna aclaración. No sabemos leer; de hecho creo que ni siquiera somos capaces de explicar qué es leer; no es fácil.

Asociamos ‘lectura’ con la capacidad para asignar a palabras alguno de los significados recogidos por los lexicógrafos (en el Diccionario de la Lengua o en recursos más completos y sofisticados). Si vemos los programas escolares de lectura comprobamos que se concentran en textos de literatura de ficción. Pero en los cuestionarios que miden la ‘comprensión lectora’ del informe PISA esa imagen nuestra, tan literaria, es sólo una parte del objeto que se mide. En mi opinión ‘saber leer’ es la capacidad para transformar en conocimiento información expresada en los principales lenguajes codificados: verbal, gráfico, numérico.

La competencia léxica pasiva (la que sirve para descodificar palabras) y activa (la que nos ofrece varias palabras alternativas para expresar un concepto, para satisfacer una necesidad expresiva) son sólo el primer nivel de comprensión lectora. Porque ‘leer’ es algo mucho más complejo.

Y lo cierto es que muchos de nuestros jóvenes, como indica el informe PISA, tienen dificultades en ese proceso, es decir, que no saben leer

Mi experiencia docente se aplica a alumnos y alumnas de último curso de carrera, es decir, no menos de 21 años. Los programas de lectura que casi heroicamente desarrollan tantos profesores en Primaria y Secundaria desaparecen en un Bachillerato anulado por las tan dañinas pruebas de acceso selectivo a la Universidad. Las ya muy marcadas diferencias que se miden a sus 15 años, determinadas por el entorno en que desarrollan su esfuerzo educativo, se hacen cada vez más profundas cuando el sistema deja de trabajar en la formación lectora y escritora. En esos años siguientes, en que tienen que afrontar información cada vez más compleja, que requiere habilidades lectoras más avanzadas, están solos. El sistema educativo abandona su propósito fundacional –igualdad real de oportunidades– y sólo mejoran los estudiantes que en ese momento tienen ya altas competencias lectoras, los que traen de fábrica capacidades de autoaprendizaje y los que están rodeados de un entorno que les proporciona recursos y actitudes favorables al conocimiento, al saber.

En mis alumnos de cuarto curso el abismo es evidente. Los abandonados por el sistema ya no saben identificar, encontrar, ni digerir la información que necesitan. Es la conclusión a la que año tras año llego: ante mí, cada curso, esas enormes diferencias en el rendimiento lector que un sistema educativo sobredimensionado pero mal orientado ya no mira, mide, ni corrige.

No tengo ahora espacio para contar mi diagnóstico y proponer algunas líneas de acción. Apunto una reflexión: la evaluación que se hace en el informe PISA parte de unos textos ya identificados y seleccionados, es decir, da resueltas las dificultades iniciales que plantea la lectura. Mis alumnos se atascan antes del principio: cuando hay que decidir qué necesito leer, qué fuente o fuentes selecciono y con qué criterio.

Lo más grave: que nadie parece responsable. La atomización del sistema educativo plurinacional no permite identificar qué autoridad merece reproche o tiene en sus manos acciones para superarlo.

Nota final (como padre): las enseñanzas llamadas ‘bilingüe’ y digital, implantadas tan artificial como superficialmente, son unos zapatos de cemento que llevan al fondo profundo del lago de la incompetencia.

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