Redactor de la sección de Cultura y columnista en HERALDO DE ARAGÓN

Poco más o menos

Poco más o menos.
Poco más o menos.
H. A.

Ah, las manifestaciones, concentraciones, reuniones de humanos que no se conocen en aras de un quejido común. Llámenlas como quieran: la diferencia en el significado suele estar marcada por la legalidad y el conocimiento previo de las autoridades, pero... lo dicho, hay manifestaciones perfectamente legales y otras no, aunque sean observadas detenidamente por temor a que se desmanden. Territorio democratizado últimamente, por cierto: ahora ya no es solamente cosa de antisociales (guiño), ¿verdad? Lo más llamativo de estas aglomeraciones de humanos es la estimación del número de asistentes. Si no fuera grotesco siempre, resultaría hasta gracioso. 60.000 según la Delegación de Gobierno, 250.000 según los convocantes. 

El conteo oficial suele ser más conservador y se le presupone cierto rigor: eso de los cuadrantes, ya saben. Por otro lado, las hipérboles de quienes tienen mucho interés en que las cifras sean impactantes resultan ridículas. ¿Ridículas? Oh, no, amigo lector. Aquellos que las sueltan cuentan con que muchos de ustedes (sí, les insultan: cuentan con su nulo criterio) no se van a preocupar de cotejar esa cifra y la repiten todo lo que pueden. A gritos, allá mismo; en comunicados a los medios, y a través de las redes sociales (oficiales, oficiosas y ‘hooligans’) aliadas en el empeño de que el común de los mortales sepa lo fuertes que somos, pardiez, y que no vamos a permitir esta injusticia (póngase aquí la injusticia de su selección, ya sea universal o personalísima, palpable o no) pase lo que pase. La cuadratura del redondeo conduce a la ética hacia el Triángulo de las Bermudas. Es matar una y contar veinte, o contar un millón y que corra la tinta de calamar. Objetivo cumplido.

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