Reto laboral para la discapacidad
La inserción laboral de las personas con discapacidad intelectual, personas con autismo y personas con función intelectual límite, que tienen habilidades, capacidades y cualificación profesional para desarrollar un puesto de trabajo, contribuye de forma capital a que éstas desarrollen un proyecto de vida independiente y autónomo.
Sin embargo, tanto la realidad como las estadísticas nos muestran lo complejo que es encontrar un empleo para todas estas personas.
Más de un 10% de la población aragonesa son personas con discapacidad. Sin embargo, solo el 2,4% del total de las personas trabajadoras son personas con discapacidad. ¿Cómo podemos explicar esta brecha? La tasa de actividad, proporción de personas empleadas más personas en búsqueda de empleo, respecto a la población en edad de trabajar (personas entre 16 y 64 años) del conjunto de la población es cercana al 60%, sin embargo, entre las personas con discapacidad, esta tase reduce al entorno del 30%. Es decir, sólo 3 de cada diez personas con discapacidad tienen un contrato laboral o están en búsqueda de empleo.
Así mismo, cuando analizamos la tasa de ocupación, proporción de personas con contrato laboral respecto a la población activa, se evidencia una nueva brecha entre la población general y las personas con discapacidad intelectual. Mientras que la tasa de ocupación en Aragón es superior al 85%, cuando hablamos de personas con discapacidad intelectual, personas con autismo y personas con capacidad intelectual límite, el porcentaje es inferior a la mitad.
Por otra parte, existe una brecha salarial. Una persona con discapacidad cobra, de media, un 17% menos que una persona sin discapacidad. Sin embargo, la población con discapacidad tampoco tiene una realidad salarial homogénea. El salario medio de las personas con discapacidad intelectual es un 10% inferior al de otros colectivos de personas con discapacidad.
A su vez, las mujeres con discapacidad cobran de media un 10% menos que los varones con discapacidad, una realidad menos mala que la desigualdad existente entre las personas trabajadoras sin discapacidad.
Si analizamos donde trabajan las personas con discapacidad alcanzamos las siguientes conclusiones. Las personas con discapacidad y con mayor necesidad de adaptación del puesto de trabajo y de los procesos productivos se encuentra trabajando en los centros especiales de empleo y no en la empresa ordinaria. En segundo lugar, en las empresas de más de 50 trabajadores hay un mayor porcentaje de trabajadores con discapacidad y de la misma forma, el porcentaje de trabajadores con discapacidad es mayor en el sector público que en la empresa privada.
las capacidades de todas las personas con discapacidad
intelectual, autismo y función intelectual límite
¿Qué proponemos ante esta realidad?
En primer lugar, intentar incrementar la tasa de actividad de las personas con discapacidad. Esto implica mejorar los procesos de formación, cualificación y los itinerarios adaptados de inserción laboral.
En segundo lugar, promover e incentivar desde las administraciones públicas las adaptaciones de puestos de trabajo y estructuras productivas para facilitar la incorporación real de este colectivo.
En tercer lugar, generar desde las administraciones públicas líneas de ayudas que permitan flexibilizar y adaptar la jornada laboral a las características de las personas con discapacidad.
Por último, aunque mucho más importante que todo lo anterior, progresar hacia un enfoque social que reconozca y valore las capacidades de todas estas personas, implicándonos todos (administraciones públicas, agentes económicos y sociales, sector privado y tercer sector) en la evaluación del modelo actual de inserción laboral de personas con discapacidad intelectual, autismo y función intelectual límite. Avanzar, igualmente en la definición de un nuevo modelo que favorezca dar respuesta a la voluntad de miles de personas que actualmente no consiguen encontrar un puesto de trabajo que les permita desarrollar un proyecto de vida pleno y autónomo.
