Director de HERALDO DE ARAGÓN

Protagonismos domésticos

Política de Aragón.
Política de Aragón.
K. U.

La estrategia se define desde una mirada nacional, aunque en Aragón se despliega guiada bajo la larga relación de particularidades que afectan al PSOE. No será la primera ni la última vez que el delegado del Gobierno en la Comunidad, Fernando Beltrán, se convierta en un actor político con papel protagonista. Apoyado en la premisa de un imprescindible cambio de perfil, a Beltrán, al igual que a todos los delegados y subdelegados repartidos por España, se le ha recordado su condición de extensión política del Gobierno. Desde Madrid se quiere que los delegados adquieran un papel mucho más activo que contrapese al PP. Tal y como ocurrió tras las declaraciones del presidente Jorge Azcón en las que cuestionaba el futuro de los fondos europeos por culpa de la ley de amnistía, Beltrán saldrá al escenario mediático cuantas veces sea necesario. En Moncloa, además de buscar una mayor coordinación entre las tres provincias (delegado y subdelegados), se pretende –un criterio sobre el que también insiste la ministra Pilar Alegría– que el PSOE de Aragón logre un tono reconocible de oposición y establezca una defensa expresa y no vergonzante de los acuerdos de investidura. Beltrán, hombre de confianza de Alegría, en consecuencia, gana valoración para repetir como delegado y también como sujeto político destinado a trasladar, pese a carecer de todo peso orgánico, los mensajes de Pedro Sánchez.

Beltrán no quiso contrarrestar, sin más, las palabras de Azcón. Sus declaraciones actuaron como una defensa y también como un ataque al flanco que el PSOE considera más débil en el PP: el Ayuntamiento de Zaragoza. La elección del objetivo no es casual y atiende a la situación política por la que atraviesa la alcaldesa Natalia Chueca.

Desde el Ejecutivo central se sabe que hay dos asuntos municipales importantes que tienen que pasar por sus manos y que, en este momento, aprietan el zapato de Chueca: el campo de fútbol, incluida su derivada mundialista, y el cobro de las ayudas al transporte que no se gestionaron en tiempo y forma. Desde luego, y salvo desastre mayúsculo, habrá campo y Mundial en 2030, al igual que también llegará el dinero que no se tramitó, pero a cambio de todo ello lo que se quiere es que Chueca establezca una interlocución más allá de la confrontación dictada por Génova.

Con una relación de perfiles en puestos clave bien distintos a los que tenía su antecesor en el cargo, la alcaldesa ha querido zanjar la crisis política por el retraso en la tramitación de las ayudas al transporte con el cese del número dos de Movilidad, Miguel Ángel García Muro. Con esta destitución, que ha desorientado a parte de su grupo municipal, la alcaldesa ha optado por proteger a la consejera de Movilidad, Tatiana Gaudés –también ausente en la comisión de investigación sobre la prórroga de la contrata del autobús–, pero no ha logrado dar una solución a un problema que, en este momento, está en el terreno que marca el Gobierno central. La condición expeditiva de su reacción, unida a una falta de entendimiento con Vox, que juega a una intermitencia en los apoyos más caprichosa que calculada, están marcando los primeros meses de un gobierno municipal que aún no ha cerrado los presupuestos para el próximo ejercicio y que está siendo acusado por la oposición de no hacer reconocible su proyecto para la ciudad de Zaragoza.

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