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El friegaplatos y la vocación 

Ronald Cabrera, con su tapa premiada, el 'Donuts maño', en La Cava de Zaragoza, este martes.
Ronald Cabrera, con su tapa premiada, el 'Donuts maño', en La Cava de Zaragoza, este martes.
Camino Ivars

Ana Sanz cursaba ya COU -2º de Bachillerato en nuestros días- y aún no sabía a qué dedicarse. Pronto haría la selectividad y ante sí se abría un inhóspito mar de incógnitas. "¿Me dedicaré al Derecho? ¡Si no me gusta!", pensaba, rechazando una opción tras otra. Un día de primavera, cuando ya se acercaban los exámenes finales, una de sus mejores amigas recabó su ayuda: "¡Necesito tu habilidad con las palabras! ¡Me juego poder hacer la selectividad! El profesor de Lengua me ha dicho que la única posibilidad que tengo de aprobar la asignatura es presentarle un buen trabajo literario, una redacción o un poema de cierta altura".

Aquella noche, Ana se puso manos a la obra para lanzarle la tabla de salvación a su querida compañera en forma de verso. Pergeñó lo mejor que pudo una poesía sobre el amor. Le pareció que le había quedado demasiado cursi, plagada de cuestionables figuras retóricas: "Es el aroma que da la rosa/cuando acaricia su seda el aire…". ¡Qué horror! Pero se la entregó sin pestañear deseándole suerte. A los pocos días, su amiga llegó enarbolando la poesía con una nota: Sobresaliente. "¿Sabes qué me ha dicho el profesor? ¡Que me dedique a escribir!". Las dos rieron a carcajada llena. Pero por esos recovecos del destino, no cayó en saco roto aquella recomendación y Ana decidió dedicarse a la profesión que le permitía escribir: el periodismo.

Un camino distinto ha llevado al hijo recomendado por su padre como friegaplatos a elaborar la mejor tapa de Zaragoza y provincia en un reñido concurso. Pero como apunta el joven ganador, Ronald Cabrera, "el ingrediente más importante es ser buena persona". Seas cocinero o periodista. 

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