El argumento desnudo
En resumidas cuentas, el principal argumento de Pedro Sánchez para justificar el entramado de alianzas que lo hará de nuevo presidente del Gobierno es el rechazo a un gobierno de la derecha. Pacto hasta con el diablo porque si no gobernarán ‘los otros’, viene a decir. ‘Los otros’, que son peor que el diablo.
Ese es el argumento desnudo del secretario general del PSOE. La identificación retórica, machacona, del PP con Vox –técnica de propaganda elemental pero eficaz, de primero de goebelsianismo– es pieza fundamental de ese razonamiento. Y ciertamente, se puede apostar a que hay una gran mayoría de los españoles que no desearían ver ni en pintura un gobierno presidido por Abascal. Pero con la misma certeza se podría asegurar que hay una gran mayoría de los españoles que rechazarían de plano un gobierno presidido, digamos, por Yolanda Díaz, o por Pablo Iglesias, y sin embargo a los dos ha habido que comérselos con patatas como vicepresidentes. En fin, si el PP es derecha extrema porque pacta, a veces y en general con mala cara, con la extrema derecha, Sánchez será, digo yo, izquierda extrema, ya que gobierna con la extrema izquierda, y de buena gana. Y si además pacta con los secesionistas contrarios a la Constitución… ¿será Sánchez también secesionista y contrario a la Constitución? ¡No, el puede pactar con quien quiera! El presidente en funciones, que hace cuatro días ni quería la amnistía ni creía en ella, ha descubierto de repente que es un remedio pintiparado para restaurar la convivencia en Cataluña. Ojalá que fuese cierto, pero oyendo a los demás signatarios de sus acuerdos de investidura más bien parece lo contrario. Veremos. En todo caso, ¿tiene Sánchez alguna idea, alguna propuesta sobre cómo restaurar la convivencia política en el conjunto de España? (¿la tiene Feijóo?, debemos preguntarnos también). Diálogo y concesiones son la receta de Sánchez para los secesionistas y su millón y medio de votos. Para los once millones de votantes que suman el PP y Vox, aislamiento y desprecio. Sobre esa brecha no se quiere tender puentes. No vamos bien. Seguimos en el laberinto y no hay nadie buscando la salida.
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