Sonrisa de tonta

Sonrisa de tonta
Sonrisa de tonta
Heraldo

Aún hoy me pregunto qué me da el Banco de Alimentos. Qué capacidad de atracción tiene para que siga madrugando ahora que soy dueña de mi tiempo; o qué narices hago poniendo cajas de huevos, cebollas, leche, café… en un palet; y por qué sufro viendo vaciarse las estanterías, o aumentar el precio del aceite. 

Sigo sin poder explicar por qué aún me emociono al ponerme el chaleco de voluntaria y calzarme unos zapatos duros e imposibles para estar en un almacén helador en invierno y sofocante en verano. Por qué se me pone sonrisa de tonta según llego cada mañana.

El Banco de Alimentos es ese punto casi mágico metido en el corazón de Mercazaragoza en el que conviven sentimientos encontrados que te llevan a digerir la pobreza humana y a equilibrar emociones que van de la pena a la indignación. En el que más de 140 personas lo dan todo para dar de comer a 23.590 zaragozanos a través de 140 entidades sin ánimo de lucro, porque nunca reparte alimentos directamente. Son asociaciones de ayuda a los necesitados, comedores sociales, residencias de ancianos, guarderías, comunidades religiosas o centros de rehabilitación de drogodependencia a los que se llega gracias a la generosidad de empresas, entidades sociales, organismos oficiales nacionales y europeos y, sobre todo, a la de miles de personas como usted que con su aportación llegan a quien apenas tiene o no tiene nada, y que nos ha permitido entregar unos 120 kilos de comida al año a cada una de ellas. Obrando ese milagro de poder poner tres platos en la mesa de quien no puede hacerlo, aun a pesar de que la entrega de alimentos ha caído este año un 17,46%.

Más de 140 personas que trabajan de manera desinteresada y altruista en esa vieja locura de hacer un mundo mejor. Que intentan llegar a 62.300 aragoneses que se encuentran en situación de carencia material y social severa, porque llegar a fin de mes es una odisea para el 6,9% de los aragoneses (91.000 personas) que dice tener mucha dificultad para afrontar sus gastos, lo que les lleva a muchos a pedir para comer, a través de las organizaciones a las que nosotros llegamos en una maravillosa correa de transmisión. Porque los precios de la cesta de la compra, según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), han subido un 14,1%, pero que supone en realidad un incremento del 30,8% en dos años. Así de duro. Y entre los alimentos que más han subido están el azúcar (66%), la leche condensada (61%), las zanahorias (56%), las cebollas (40%), el arroz (36%) y el aceite de oliva (21%). Piense ahora en su propio bolsillo. Piense en que el gasto mensual por persona en España es de unos 300 euros. Piense en que el 63% de los ingresos familiares se van en vivienda y alimentación, según Cáritas. Piense en sus juegos malabares para llegar a fin de mes. Piense en cómo ha dejado de comer pescado fresco con la alegría de hace un par de años, en cómo come más pollo y carne picada en lugar de ternera o ternasco. Piense entonces que el 5,4% de los españoles no puede permitirse carne, pollo o pescado una vez cada dos días, según la Encuesta de Condiciones de Vida del Instituto Nacional de Estadística (INE). Son el doble de los que tenían esta carencia hace cinco años. Piense en esa contradicción de que, tristemente, un tercio de nuestros alimentos acaba en la basura (y haga propósito de enmienda).

Piénselo los próximos días 24 y 25 de este mes cuando vaya al súper y vea a los voluntarios de la Gran Recogida con esa misma sonrisa de tonta que se me pone a mí. Sienta un nudo en su corazón y done lo que pueda, todo es bueno. Porque puede que en su propio edificio haya a quien le vaya a llegar su ayuda, porque a cualquiera se nos puede retorcer la vida. Porque un total de 1,4 millones de personas con educación superior en España están en riesgo de pobreza, el doble que en 2008, según la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social en España (EAPN-ES). Déjenos unos euros con los que tener un crédito ahí mismo y comprar a lo largo del año, para que podamos seguir acercándonos a quien nos necesita. Para que esa sonrisa de tonta llegue a todos. 

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