¡Que viva Sánchez!

¡Que viva Sánchez!
¡Que viva Sánchez!
Krisis'23

Pedro Sánchez Pérez-Castejón es un triunfador. Economista, doctor, angloparlante, viajado, alto, resistente… Un ‘sociolisto’ implacable que va a ser investido presidente de gobierno del reino de España. Perdió las elecciones, pero gobernará. 

Lo hará a lo grande, sumando los votos de todos los partidos, menos los de sus enemigos, PP y Vox. A esos dos –según él, herederos del franquismo más rancio–, ni agua. Con el resto de los grupos políticos ha negociado y conseguido acuerdos variopintos. Ha llevado su tiempo, parecía imposible, pero ahí está. Ha sabido ‘sumar’. Combinando generosidad y pragmatismo, se alcanza lo que se quiere. Es sencillo, en la negociación se da lo que piden, se renuncia a las propias ideas y principios, se consiguen los votos. Y cada uno a lo suyo. Desde Canarias a Cataluña, pasando por Galicia, el País Vasco y con quien se tercie. Da igual si son herederos de ETA, prófugos, condenados o indultados sin arrepentimiento. Los votos se sacan debajo de las piedras al precio que sea. Lo importante es lo importante. En este caso, una investidura de verdad –no como la fallida de Feijóo–. Desde fuera da la impresión de que los límites no existen. Sólo cuenta el objetivo final: gobernar. Y lo dicho, ni el precio ni el rumbo importan.

Si antes de las elecciones había prometido un programa y una ruta, pero los pactos obligan a lo contrario, se cambia la dirección. Que antes de votar no se podía aceptar ni la amnistía, ni la cesión de la Seguridad Social, ni las cercanías, ni esa lista impúdica construida a base de ceder… No pasa nada, basta con justificar los ajustes de posición. Ahora ya no son mentiras, son sólo modificaciones adaptativas requeridas para acomodar los ideales a lo posible. Como dicen algunos, es puro ejercicio de parlamentarismo avanzado del siglo XXI. Y se quedan tan anchos aseverando que esta democracia parlamentaria es lo que tiene: si los partidos consiguen acuerdos, legislan… y hacen lo que quieren.

Ministros y portavoces socialistas hacen malabarismos para decir ‘digo’
donde dijeron ‘Diego’ 

No hay más límite que el que fije el poder legislativo a las órdenes del gobierno. Y al poder judicial que le den candela. Sólo sirven los jueces y fiscales que cumplen las órdenes de quien manda. La coherencia de las leyes con el marco constitucional es un asunto secundario. ¡Si hace falta se cambia la Constitución! Con un decreto-ley sobra. Por si las moscas, se colocan unos amiguetes en el Tribunal Constitucional y se asegura la correcta interpretación de las normas. Si se legisla es para mantenerse en el poder. Lo demás es harina de otro costal.

Basta revisar los pactos
con el PNV, con ERC y la guinda de Junts

Además, la historia no cuenta, sólo la memoria democrática que, como todas las memorias, cumple la función de olvidar. Después, los apaños y trapicheos se convierten en virtud. Aquí y ahora a controlar el ‘relato’, o sea, el cuento. Los acontecimientos se retuercen hasta donde convenga. Los datos se fuerzan sin vergüenza. Si algo o alguien no encaja ¡a la cama de Procusto!, hasta ajustar lo que sea necesario. El discurso se adorna para enfatizar la virtud. ¡Y viva Pedro! ¡Viva Sánchez!

Todo lo hace por España, por los españoles y españolas de progreso que abominan del franquismo, de las derechas y de la oscuridad que quieren traer los malos de siempre. Sánchez se sacrifica a sí mismo, incluso sacrifica sus principios más profundos, para inmolarse en la senda del futuro y de la verdadera transformación de España. Todo se hace para alcanzar más derechos sociales, más justicia, más avances democráticos, mejor reparto de la riqueza… ¡No hay más que ver lo bien que hace las cosas! Basta con escuchar a toda la tropa del consejo de ministros. Hacen malabarismos para decir ‘digo’ donde dijeron ‘Diego’. Basta revisar los pactos con el PNV, con ERC y la guinda de Junts. Son ejemplo de tantas cosas tan justas y de tanto progreso que no sorprende. Por no mentar a Bildu y su defensa de los derechos humanos heredada de ETA. Son necesarios para gobernar aplicando una agenda ‘progresista’ que traiga la prosperidad y la felicidad a esta España nuestra. Las contradicciones entre la palabra y los hechos son ‘peccata minuta’. Así, con esos mimbres, hay Sánchez para rato mientras el PSOE se hunde en la miseria.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Chaime Marcuello)

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