Si están de acuerdo con que los vuelos cortos, sobre los que escribí en mi anterior artículo, deben ser controlados o prohibidos por su gran efecto contaminante sin que aporten ventajas relevantes a los usuarios, hoy vamos a indignarnos mucho más con los jets privados, los que están disponibles para comprar o alquilar, evidentemente reservados para grandes fortunas.

La huella de carbono de un vuelo privado se calcula en 1,3 kg por persona y kilómetro, diez veces más que un vuelo comercial. Los modelos más comunes queman más de 1.000 litros de combustible y emiten dos toneladas de CO2 cada hora cuando una persona de promedio en Europa produce 8,2 toneladas en un año. Y todo por la comodidad o la exclusividad de un multimillonario caprichoso o un político incoherente. A la Cumbre del Clima celebrada en Glasgow en noviembre de 2021 acudieron 182 aviones privados. El colmo.

Su uso mayoritario es recreativo. Los aeropuertos que más los acogen en España son los de Palma e Ibiza y en Europa, el de Niza. Ha llegado el momento en que fletar un jet para ir a la playa genere rechazo hacia el personaje.

Existen varios rastreadores de vuelos accesibles en Internet. Celebrity Flight se centra en los viajes de famosos y publican datos dignos de escándalo. La líder mundial del uso del avión como transporte habitual es Kim Kardashian. Su hermana Kylie Jenner voló 17 minutos para evitar 40 de tráfico en coche. El boxeador Floyd Mayweather realizó en 2022 casi un vuelo por día. La cuestión muy grave es si tiene derecho a producir mil veces más CO2 que el promedio de una persona cualquiera, si es admisible su frivolidad de coger un avión entre dos aeropuertos de Las Vegas, emitiendo de paso una tonelada de gas de efecto invernadero.

Un vuelo privado representa la opción de movilidad más nociva para el planeta, su impacto es desproporcionado y lo provoca un porcentaje mínimo de la población mundial. Me parece inaceptable que a una persona, sólo por su nivel adquisitivo, se le permita provocar estos daños disparatados. Es el medio de transporte más desigual, injusto e inmoral.