Sobre el conflicto palestino-israelí leí el 15 de octubre, en el periódico ‘El País’, el interesante artículo del director de orquesta hispano-argentino Daniel Barenboim, con nacionalidad también israelí y palestina, que creó la orquesta West-Eastern Divan con jóvenes de Israel y los países árabes para promover la cooperación entre ellos.

Barenboim inicia su artículo dejando claro que "no hay justificación a los bárbaros actos terroristas de Hamás contra civiles", para a continuación preguntarse: "¿Y ahora qué? ¿Nos rendimos ante esta terrible violencia y dejamos morir nuestra búsqueda de la paz?". 

Pero le puede el sufrimiento de personas inocentes en ambos bandos, que califica de "absolutamente insoportable". "La humanidad –dice– es universal y el reconocimiento de esta verdad por ambas partes es el único camino". Más adelante, Barenboim señala: "El conflicto palestino-israelí no es un conflicto político entre dos Estados por las fronteras, el agua, el petróleo u otros recursos. Es un conflicto profundamente humano entre dos pueblos que han conocido el sufrimiento y la persecución". E insiste en lo de humanidad, aludiendo a que "ambas partes deben reconocer a sus enemigos como seres humanos e intentar empatizar con su punto de vista, su dolor y su angustia". Concluye que dicha empatía es incompatible con la ocupación de Palestina.

En otro interesante artículo, el jesuita Jesús María Alemany recordó el 22 de octubre, en HERALDO, el paso del concepto de ‘guerra justa’, que dejó de utilizar el Concilio Vaticano II, al de ‘defensa legítima’; y, escribe: "Defensa que incorpora a la doctrina bélica las condiciones de proporcionalidad y discriminación". En el siguiente párrafo, Alemany señala: "Parece como si el conflicto-madre de los conflictos haya comenzado de cero el 7 de octubre con la rechazable agresión de Hamás, cuya única respuesta es declarar la guerra total que arrase el territorio palestino y desplace a sus habitantes". Este artículo finaliza con el principio de seguridad compartida de Olof Palme: "Ningún pueblo alcanza la propia seguridad si no incluye la percepción de seguridad de los otros. No cabe alcanzar una mayor seguridad sobre la base de que otros se sientan inseguros".

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Concha Roldán)