Israel, entre la venganza y la seguridad

Un obús autopropulsado israelí cerca de la frontera con Gaza.
Un obús autopropulsado israelí cerca de la frontera con Gaza.
Violeta Santos Moura / Reuters

Después de las atrocidades cometidas por Hamás, seguro que a muchos israelíes -quiero pensar que no a todos, quizás ni siquiera a la mayoría- lo que les pide el corazón es venganza, entrar en Gaza con toda la artillería y aniquilar al enemigo. Sin duda, en muchos corazones palestinos, tras decenios de injusticias y opresión, alentará el mismo sentimiento. Un ciclo infernal. La venganza, sin embargo, además de ser moralmente rechazable, sobre todo cuando provocará, como es el caso, miles de víctimas inocentes, puede estar reñida con la seguridad, que también es una aspiración de Israel, justa y, esta sí, compartida por todos sus ciudadanos. David Harden, que dirigió la ayuda humanitaria de Estados Unidos en Gaza y Cisjordania y fue asesor de Obama, escribe en ‘The New York Times’ que la invasión de Gaza puede convertirse en una trampa en la que Israel no debería y no tiene por qué caer. Es más, dice que arrastrar al Ejército israelí a Gaza sería uno de los objetivos del ataque de Hamás. En la urbana y superpoblada franja, y entre el laberinto subterráneo que maneja Hamás, la superioridad militar de Israel se difuminará. Y ante los ojos del mundo estarán las imágenes no de las matanzas cometidas por Hamás, sino del sufrimiento causado por la invasión israelí. Lo que pondrá en riesgo, o hará imposible, el proceso de normalización de relaciones con algunos países árabes. De hecho, impedir que Arabia Saudí reconozca diplomáticamente a Israel sería otro de los objetivos clave de Hamás. Israel serviría mejor a sus intereses preservando sus alianzas, que dando rienda suelta al ojo por ojo.

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