Israel atacado por Hamás

Pervertir las instituciones democráticas para controlar el poder judicial y evitarse una posible condena por corrupción, hubiera tenido tiempo para organizar mejor los servicios de información de su país y que pudiesen detectar con antelación lo que estaban preparando los fanáticos de Hamás. 

Comparan ahora algunos portavoces de Israel lo ocurrido en los primeros días de la ofensiva de Hamás con los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, o con el bombardeo de Pearl Harbour en 1941. Y aseguran que el sábado pasado fue el peor día en la historia de Israel, el que más muertes registró por una agresión bélica, y eso que la historia de Israel es la de las guerras en las que ha luchado.

Israel presume de ser la única democracia de Oriente Próximo. Lo que es verdad, basta con echar un vistazo al mapa. Pero el gobierno de Netanyahu se sostiene sobre el apoyo de partidos extremistas, de un chovinismo religioso o étnico desmesurado, y opuestos a cualquier solución razonable del conflicto con Palestina. Y está embarcado en una deriva iliberal que deteriora el Estado de derecho, parecida, por ejemplo, a la de Viktor Orbán en Hungría. Los efectos ya se dejan sentir en menoscabo de la organización militar y, sobre todo, en una división profunda y agria en la sociedad israelí. Ahora, ante la magnitud de la amenaza, toca cerrar filas. Y reflexionar sobre el rumbo seguido por un gobierno que al erosionar la democracia socava también la seguridad del país.

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