Un hombre enjuto

Jorge Vilda, exseleccionador español de fútbol femenino.
Jorge Vilda, exseleccionador español de fútbol femenino.
EFE

No sintonizar con los tiempos que corren propicia la perplejidad de la que trató Bob Dylan en la ‘Balada de un hombre enjuto’ (1965), protagonizada por el "señor Jones", un biempensante profesional que percibe que a su alrededor está pasando algo relevante, pero no logra saber qué.

Una variante de lo anterior consiste en querer sumarse a una causa, como, por ejemplo, la revuelta de las futbolistas de élite, sin entenderla. Y la perplejidad llega a ser complejo de inferioridad, cuando alguien ve que su entorno se adapta de inmediato a la nueva ortodoxia, aunque lo haga con la superficialidad de las publicaciones que ofrecen las imágenes femeninas de siempre, pero no ‘cosificándolas’, sino conforme a una reivindicativa ‘asertividad corporal y sexual’.

Pues bien, las futbolistas de la selección están revelando al señor Jones que hay en mí. Particularmente, desde que su denuncia profesional se transformó en una lucha por la "dignidad" y la "protección" de todas las mujeres, dándose a entender que en la inicial reclamación se ocultaba un grave maltrato "sistemático" de género, con posible contenido sexual.

El caso es que, repugnándole tales comportamientos, al hombre enjuto que me habita le parece mal que se acuse difusa e indiscriminadamente a un colectivo, y que se destituya a personas por razones que el público, desconociéndolas, intuye muy perversas. Además, a este acomplejado señor Jones le preocupa que la urgencia de ciertas conquistas vaya en detrimento de la práctica de las ya asentadas, sean los derechos laborales, sea la presunción de inocencia.

(Puede leer aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Javier Usoz)

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