El cine de la nueva normalidad

Anuncio del reestreno de 'Cantando bajo la lluvia' en el cine Coliseo, en los años 60
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Heraldo

En los últimos tiempos todo ha cambiado. Y por tanto, el cine. Lo que parecía una estocada de muerte para el séptimo arte solo ha sido un rasguño de la covid. Grande, pero un rasguño. Simplemente ha cambiado. Como cambió cuando se pasó, al final de los años veinte, del cine mudo al sonoro, con la película de Alan Crosland ‘El cantor de jazz’ (1927), aunque quien se llevó la fama fue el actor Al Jolson.

Un cambio que sí fue traumático. Los directores tuvieron que adaptarse al sonoro. Pocos lo consiguieron. Cecil B. DeMille, que fue capaz de realizar ‘Los Diez Mandamientos’ en mudo y en sonoro. Chaplin también fue capaz de saltar en tres años desde su híbrido, ‘Tiempos modernos’ (1937) hasta el hablado ‘El gran dictador’ (1940). Todas esas transformaciones, plenas de vicisitudes, quedan espléndida y divertidamente reflejadas en la magistral ‘Cantando bajo la lluvia’, de Stanley Donen. Una película que es toda una explosión de alegría.

El cine norteamericano está cada vez más infantilizado, para encontrar algo de profundidad hay que fijarse en las películas de lo que antes era el tercer mundo

La retracción del público de las salas de cine propició el aluvión (y éxito) de series televisivas. Aquí es donde han quedado algunos rasgos del cine de siempre. Ya vemos cómo la covid ayudó a acelerar la llegada del estilo de un cine que ya había dado sus primeros pasos. Porque con la excusa de filosofías profundas y futurismo con visos de realidad, el séptimo arte, con ‘Blade runner’, ‘Matrix’ y otras, se encaminó hacia un ‘cyber-punky’, el apogeo de los efectos especiales y los decorados como piedra angular. Con escasos diálogos –como el ser humano de nuestros días–, lógicamente reflejo del mundo de hoy. Un mundo infantilizado, con personajes sacados del cómic, pues hay gente ya que no se sabe si es madura o todavía no ha llegado. Hay veces que no nos enteramos si el filme va destinado a un público infanto-juvenil o plenamente adulto. En el cine norteamericano ya es difícil encontrar una película con un guion aceptable. Adiós al ingenio.

En el cine de lo que antes era el tercer mundo es donde hay que buscar profundidad a día de hoy. Sorprendentemente en el cine europeo quedan restos de ingenio en Francia y en Alemania. En la última, sobre todo, está el filón del nazismo y de la Segunda Guerra Mundial vistos con otros ojos, diferentes a los de antaño. Se nota el empeño en mostrar un pueblo alemán como los demás.

En España, que siempre ha ido por su lado, es de agradecer el cambio que cineastas como León de Aranoa o Rodrigo Sorogoyen han impreso a nuestro cine. La nueva normalidad cinematográfica todavía sobrevive.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por José Luis Mateos)

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