El calor sufriente de los pobres

El calor sufriente de los pobres
El calor sufriente de los pobres
Heraldo

Tanto en verano por su virulencia como en invierno por su falta, el calor es inmisericorde con los pobres. Se convierte en una carga vivencial más, que aumenta exponencialmente los rigores de sus vidas. A nadie se le escapa que las personas con ingresos más bajos tienen muchos más problemas para enfrentarse a las olas de calor, o al calor permanente que los ricos sortean mejor. Pero de este matiz poco se dice.

Hemos leído en Earth Future (una red global de científicos, investigadores e innovadores que colaboran para un planeta más sostenible) que las personas con menos ingresos están un 40% más expuestas a padecer las olas de calor. Dos factores son determinantes: la situación geográfica en el escenario global, país o región y la carencia de recursos para huir del calor asfixiante. Los números de la gravedad de la situación son fáciles de calcular. Pensemos en la cantidad de personas muy expuestas en cada lugar. Multipliquémoslo por el número de días de olas de calor. Parece que las conclusiones de varias investigaciones apuntan a que la población más pobre (un cuarto del total) soportará tantas olas de calor como toda la población restante.

Pero además, el aparataje eléctrico que los no pobres de los países ricos o medio ricos emplean para reducir su calor aumenta la demanda de energía. Los precios del kWh suben. Los pobres eléctricos no se pueden refrigerar ni con ventiladores. Solo les queda el recurso del abanico. La carencia de recursos frente al calor se suma a la pobreza energética que ya sufrieron en invierno. Pongamos en este grupo a personas mayores, inmigrantes, gente sin empleo o con empleos precarios, gente alojada en infraviviendas (en especial en zonas de agricultura intensiva). Mientras los no pobres tienen piscina y aire acondicionado por toda su vivienda.

Además, las ciudades están diseñadas sin repensar que las van a habitar personas para quienes las sombras son útiles en verano. Las ciudades escaparate y las plazas minimalistas han olvidado que los árboles en las calles y plazas de las ciudades humanizan la agresividad de estas. Transitar por ellas es una aventura nada saludable en horas de calores extremos. Ni siquiera los viandantes pueden refrescarse porque el agua ya no mana por las fuentes, por la sequía.

Las ciudades escaparate están diseñadas sin pensar que las van a habitar personas para quienes las sombras
son muy útiles en verano

Algunas urbes, en los países ricos, han creado refugios de calor. Los damnificados limitan al menos un poco sus pesares. A ver si así disminuyen las muertes inducidas por calor. ¡Qué horror en pleno siglo XXI! Hace un mes se conocía que en 2022 habían fallecido en España 1.000 personas por esta causa, que agrava ciertas patologías y unas 60.000 en Europa. Lo dice ISGlobal de Barcelona que de salud y relación con factores medioambientales sabe mucho. España e Italia se encuentran a la cabeza de países con más muertes por calor.

Por qué resulta tan difícil ver las heridas del calor y actuar en consecuencia. Olas de calor en EE.UU., Canadá que se quema, China según regiones y en su capital. Arden Europa central y mediterránea, Marruecos, etc. Por todo el espacio intertropical se niega hasta el derecho humano al agua para paliar la sed y disminuir riesgos. Olas de calor marinas que afectan a casi todos los rincones del mundo. Algunas van en cadena alternando incendios pavorosos y aumentando lluvias torrenciales.

Han clausurado las fuentes que manan agua a demanda personal hasta en los parques. Su consumo a lo largo del mes no llenaría ni una piscina de las de uso privado. En otros sitios el agua domiciliaria no es apta para beber o guisar. Así aumentan el consumo de la carísima agua embotellada. Otro sofoco para los pobres y sus calorinas. Por cierto, parece que Madrid ciudad puede contener la mayor isla de calor del mundo. Desconocemos cómo lo llevan ahí los pobres, tampoco si eso sonroja demasiado a los ediles, que seguramente tendrán más recursos para evitar el calor individual.

Si esto sucede en la Europa rica o medio rica, qué no pasará en los países pobres. Según investigaciones de centros universitarios serios "el costo del calor extremo ha afectado especialmente a los países pobres y las regiones menos responsables del calentamiento del planeta, y es una tragedia". Se refiere tanto a efectos en cuestiones de salud e infraestructuras como a las heridas en la economía. 

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Carmelo Marcén)

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