La edición del año pasado del Vive Latino fue la de su presentación. La de este ha sido la de su consolidación. En un país donde todo es festival, el de Zaragoza ya se singulariza por ser un evento diferente, con personalidad propia. El regreso de los grandes espectáculos musicales al recinto de la Expo ha demostrado que este espacio privilegiado a orillas del Ebro es un enclave lleno de magia y de posibilidades. El público ha respondido de nuevo, acercándose en número cada día a las 22.000 personas del aforo máximo establecido. El Vive Latino está llamado a escribir una historia de éxito y una referencia zaragozana con proyección nacional e internacional como otros encuentros musicales que se celebran en Aragón.

El recinto de la Expo de 2008, que proyectó la imagen de Zaragoza como una urbe relevante en el sur de Europa, vuelve a demostrar su magnetismo y su versatilidad para acoger grandes festivales musicales. Buen sonido e infraestructuras útiles son una magnífica base para atraer a un público variado que, en próximas ediciones, debería ir a más si se sigue ampliando el cartel de artistas participantes y las actividades paralelas.

La mezcla armónica de las músicas de grupos y solistas con tirón popular de ambos lados del Atlántico, más el descubrimiento de valores emergentes, está demostrando que es capaz de movilizar a un público amplio. El éxito del Vive Latino es muy buena noticia porque supone un fenómeno cultural de primer orden, porque refuerza la oferta musical de Zaragoza y puede atraer conciertos de grandes creadores internacionales, porque es un caldo de cultivo para músicos locales y porque, además, ofrece un notable rendimiento económico. Con el éxito alcanzado también en esta segunda edición cabe decir que lo más importante ya está hecho. Ahora hay que ponerse a trabajar para consolidarlo e ir mejorando año a año.