Odio al medio ambiente

¿Por qué el odio se ceba con el medioambiente?
¿Por qué el odio se ceba con el medioambiente?
Heraldo

Una persona puede aborrecer al medioambiente en general por algún hecho luctuoso acaecido en su vida. Más complicado es entender las razones por las que algún partido, aquí y en Europa, pone una y otra vez el escudo perverso del medioambiente en sus alianzas para gobernar. Solo encuentro una razón: odian el medioambiente. Imagino que entre los políticos electos habrá gente preparada para gestionar el patrimonio común. De lo contrario no se deberían haber presentado a unas elecciones que configuraron parlamentos o ayuntamientos. En ambos, la primera y principal premisa es buscar el bien colectivo.

¿Por qué el odio se ceba con el medioambiente? Los contrarios a dejarlo en paz lo ven como el origen de todos los males, por las dificultades que plantea en casos concretos o consolidados. Olvidan que la acción antrópica hace de aceleradora en muchas ocasiones. También sucede en Alemania –otrora paraíso de los Verdes–, Finlandia, Nigeria, Brasil, etc. En algún país las disputas han acabado en violencia, en ataques personales en lugar del debate político. Dicen que la cosa no ha hecho nada más que empezar.

A quienes miramos el medioambiente de una forma amigable nos tachan de partidistas por hablar de ecodependencia. Durante la campaña para las elecciones generales hemos escuchado desaires ambientales de alto calibre. Se ha hablado de suprimir la Agencia Estatal de Meteorología. Se ha mostrado la imposibilidad de configurar un gobierno en la Comunidad de Murcia por no querer derogar la ley que intenta regenerar el muerto Mar Menor, acción en la que la Unión Europea tiene puesta su lupa y previsiones de castigos por incumplir leyes europeas. Por cierto, quien manda sobre medioambiente en el Gobierno balear es un afinado cazador y negacionista climático, con la que está cayendo este verano en las islas, de calor en tierra y agua. Lo que queda por ver en toda España.

En la comunidad de Andalucía los partidos del Gobierno están de acuerdo en legalizar las extracciones del acuífero de Doñana –casi sin agua– y ampliarlas. Corre peligro su catalogación como Parque Nacional, pero ni por esas. Parece que el lema se reduce a castigar todavía más el entorno por no darnos a raudales lo que le pedimos: el agua que no existe. En Bruselas ha fracasado el intento de los conservadores de tumbar la Ley de Restauración de la Biodiversidad. Pero es que el odio, o la despreocupación por el medioambiente, no solo es cosa de la derecha. Otro tanto han hecho con las Tablas de Daimiel gobiernos de otro partido; y qué decir del ‘macrorresort’ de Valdecañas en Extremadura, al que el Tribunal Supremo ya ha puesto fecha de derribo. Sin olvidar el pretendido atropello de la Canal Roya, que no se ha cerrado.

Aún hay más. El Seprona de la Guardia Civil denuncia vertidos ilegales al Guadiana que han aniquilado los peces, incendios intencionados, colocación de venenos para acabar con ciertas especies, etc., y muchas más agresiones que se multiplican en España, en el mundo. Estos delitos de odio quedan impunes la mayoría de las veces. Reproducimos las palabras de José Javier Rueda (HERALDO, 7 de julio), contundentes a la vez que acertadas: como las élites no son capaces de pactar soluciones para calmar los miedos de la ciudadanía, políticos antisistema alcanzan el poder mediante los viejos discursos de odio.

Quizás la raíz del mal intencionado está en una mezcla de ignorancia, egoísmo y codicia. Lo que hacemos al medioambiente denota cómo somos. Dicen que no hay mayor corrupción que la de la mente, responsabilidad casi total de quienes lanzan soflamas y algo de quienes no las discuten. Como queriendo dar una patada a los ecologistas o la ciencia ambiental por avisarnos de la no felicidad idílica. A quienes anhelamos un medioambiente global amigable nos alerta lo que decía Emilio Lledó sobre el peligro que corremos de que ignorantes con poder –a los cuales despreciamos por no querer escuchar– gobiernen nuestras vidas, tanto en España como en el mundo. O lo que nuestra loada Irene Vallejo expresó: la ignorancia crea más seguridades que el conocimiento. Además, los medios de comunicación fabricaron un país en el que los odiadores no paran de crecer. Las incógnitas no se despejaron el día 23 de julio. Las alianzas socioambientales serán inevitables siempre, quien sea que gobierne.

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