Europa ante la inestabilidad del Sahel

Concentración en favor de los golpistas en Niamey, la capital de Níger.
Concentración en favor de los golpistas en Niamey, la capital de Níger.
Nalima Boureima / Reuters

Tras el golpe militar que el 26 de julio derribó en Níger al presidente electo, Mohamed Bazoum, los países europeos, España incluida, y también Estados Unidos o Japón, se han apresurado a rescatar a sus compatriotas, ante una situación política muy inestable y en la que sus vidas podrían estar en peligro.

 Es muy lógico. Pero para Europa, y especialmente para España, en esa región de África está en juego algo más, mucho más que la puesta a salvo de unos cientos de ciudadanos, con ser esto importante.

La amplia región del Sahel está muy cerca de Europa, geográficamente, aunque no nos interesemos demasiado por ella. Es lugar de origen o de paso de buena parte de los flujos migratorios que después llegan a las orillas del Mediterráneo, y desde hace ya bastantes años se ha convertido en una caldera de movimientos yihadistas armados, algunos afiliados al llamado Estado Islámico. El despliegue militar europeo, liderado por Francia, para apoyar a los gobiernos y frenar esa amenaza no ha tenido mucho éxito, y ha despertado resentimientos entre una población que aún tiene presente la época colonial. En Mali, la retirada europea ha dejado vía libre al despliegue de los mercenarios rusos de Wagner.

El de Níger es el tercer golpe de Estado que en poco tiempo ha derribado un gobierno más o menos democrático en la región, después de los de Mali y Burkina Faso. Y hasta amenaza con desencadenar una guerra. La diplomacia europea tiene en esta región un reto difícil si quiere frenar una pendiente desestabilizadora muy peligrosa.

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