Por
  • Fernando Alvira Banzo

León Buil Giral y Añisclo

Imagen de archivo del Cañón de Añisclo, en el Parque Nacional de Ordesa.
León Buil Giral y Añisclo
Álvaro Calvo

Si el valle de Añisclo, uno de los parajes más espectaculares del Pirineo central, se hubiera convertido en el vaso de un pantano, cuando corrían los años setenta del pasado siglo, como pretendía una de las poderosas hidroeléctricas que querían hacer de la provincia de Huesca un mar interior, es probable que no se hubiera notado demasiado al no inundar el proyectado embalse ningún núcleo urbano.

Ahora sí correrían ríos de tinta desde los múltiples grupos ecologistas o políticos por la pérdida de semejante variedad de fauna y flora y las consecuencias irreparables de semejante dislate.

Afortunadamente para el hermoso entorno que hoy podemos seguir disfrutando, uno de los defensores más encarnizados de la provincia norte de Aragón cayó en la cuenta de que, de acuerdo con los artículos 17 y 33 de la Ley de 13 de Mayo de 1933 (que seguía vigente en ese momento más que probablemente por despiste legislador), para cualquier obra que afecte al paisaje natural o urbano de una zona cuya declaración como Paraje Pintoresco se haya incoado, deberá ser sometida a aprobación de la Dirección General de Bellas Artes, como indicaba desde la Dirección Provincial en varias ocasiones León Buil a la empresa interesada.

En noviembre de 1973 la hidroeléctrica había iniciado ya las primeras obras, lo que hizo que el entonces director provincial de Bellas Artes elaborara un dosier informativo sobre el territorio en el que se intentaba ubicar el embalse; un texto que sorprende por su meticulosidad descriptiva, pese a que tuvo que ser realizado con escaso margen de tiempo. Fue suficiente para que el director general de Bellas Artes, en enero de 1974, dictara la resolución por la que se incoaba el expediente para la declaración de Paraje Pintoresco a favor del Alto Valle del Cinca, en cuya delimitación se contiene la totalidad del término municipal de Fanlo del valle de Vió.

A la descripción geográfica centrada en el valle de Bielsa y la zona Laspuña-Peña Montañesa, sigue la monumental, enumerando edificios religiosos románicos, góticos y renacentistas, también de arquitectura militar con inmuebles de interés en Muro de Bellós, Belsierre, Puértolas o los castillos de Buisán y Fanlo; describe ejemplos de arquitectura civil señalando casas de Tella, Buisán, Buerba y Gistaín y los conjuntos populares de Fanlo y Bestué; se añaden yacimientos arqueológicos de los que solo uno ha sido explorado con algún detenimiento, apareciendo abundantes restos de interés en las cuevas de Trasito, parte de los cuales han sido traslados al museo de Huesca y la mayoría al de Barcelona…

Suma el informe redactado por Buil particularidades etnológicas, viviendas y construcciones, chimeneas, otros aspectos etnológicos y sociales, cantos y danzas en cuya enumeración no faltan por descontado los trangas del carnaval de Bielsa con sus faldas escocesas… Y concluye con una descripción del paisaje que, pese a los desastres naturales o no del siglo XIX, se veía de nuevo amenazado por lo que entonces se conocía como revolución hidroeléctrica.

Se levantaron voces por todo el territorio nacional, desde las más próximas de Peña Guara o Montañeros de Aragón hasta cualquiera de los puntos de la geografía peninsular en los que hubiera un mínimo interés por conservar el patrimonio natural que tan generosamente derramó la naturaleza en nuestra provincia. Las obras se paralizaron y la construcción del pantano, afortunadamente, se desestimó. Aunque no fue solo la fortuna sino el tesón de un altoaragonés cuya vinculación con esos parajes de belleza difícilmente describible se hizo definitiva.

Cuando el periodista Antonio Angulo pedía con insistencia que se investigaran los papeles de León Buil, estaba claro que quien lo hiciera debía enfrentarse a un trabajo abundante por lo poliédrico de su figura pública. Pero esta pequeña punta del iceberg creo que deja claro que la tarea que acometió a lo largo de sus muchos años no fue solo abundante y variada, sino de un calado considerable por su influencia en el desarrollo de la provincia altoaragonesa y del resto del país. Valga este botón de muestra.

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