Por
  • Ana María García Terrel

El ‘Chemin de la Mâture’

El 'Chemin de la Mâture'
El 'Chemin de la Mâture'
POL

La llegada del verano despierta indudablemente el deseo de salir, de visitar otros lugares, de conocer sitios inéditos. Quienes somos habituales moradores de la Jacetania en época vacacional sabemos cómo nos llama ‘pasar a Francia’, aunque sea en una breve excursión de un día, y este afán lo comparten muchos otros viajeros, excursionistas, montañeros, intrépidos escaladores, etc. 

Por eso habitualmente en estas fechas me gusta escribir, dentro de una serie que titulo ‘Detrás del Somport’, algunos artículos con sugerencias concretas para estas salidas, basándome no solamente en descripciones paisajísticas, sino ahondando en el papel que han desempeñado estos parajes a lo largo de la historia y que escapa al conocimiento de la mayoría de sus visitantes.

Apenas superado el Somport y atravesado el pueblo de Urdos, primero de Francia, nos encontramos atravesando el angosto paso donde se sitúa el Fuerte del Portalet. De repente, frente a frente nos hechiza la visión de una inmensa pared de roca desnuda hendida en su mitad por una llamativa grieta de dirección oeste-este que bien claro está que no ha sido abierta por ningún accidente geológico. Es más, si podemos detenernos a observarla, apreciaremos que por esa grieta transitan personas en uno u otro sentido desafiando aparentemente todos los principios de la gravedad.

Surgen inmediatamente las preguntas: ¿Qué es eso?, ¿quién lo ha hecho?, ¿a dónde lleva?, ¿desde cuándo existe? Pues bien, el motivo de este artículo es tratar de responder a ellas.

En el siglo XVIII han acabado las rivalidades entre Francia y España, una vez finalizada la guerra de Sucesión. Los Borbones reinan en ambos países. Ya no hay Pirineos. Ahora es Inglaterra la potencia que se perfila como enemiga de Francia y su poderío radica especialmente en el mar. El ministro Colbert se empeña en la renovación de la flota francesa, pero de momento esta empresa no estará en manos estatales sino en la de grandes empresarios particulares. Hasta 1865 no caerá bajo el mando del Ministerio de Marina. En 1766 el ingeniero Paul-Marie Leroy será nombrado ingeniero-jefe de Canales y Puertos y dedicará sus mayores afanes a la explotación forestal de los grandes bosques de Etsaut y Borce, además de la de otros muchos que forman grandes masas arbóreas en la vertiente norte del Pirineo. Leroy, aunque nacido en Versalles, se aclimató pronto a este país, casó y vivió en Oloron donde murió bajo la Revolución en 1795.

Quienes veranean en la zona de Jaca tienen muy a mano una excursión al otro lado de la frontera para conocer un singular y espectacular camino tallado en las alturas

Bien es verdad que la tala de estos grandes árboles y la bajada de sus troncos por los tumultuosos ríos camino del Atlántico era práctica antigua. En 1766 ya se había creado un puerto fluvial en Athas, sobre el Gave, cerca de Acous. En 1763 una almadía compuesta por 23 mástiles procedente del Aspe hacía su entrada triunfal en el puerto de Bayona. Pero la planificación fue posterior y racional. Se utilizaría la madera de los altísimos abetos para hacer mástiles, la de las hayas para hacer remos, la del boj para las poleas.

Como los grandes bosques distaban de las vías de comunicación usuales se hizo necesario trazar los ‘chemins de la mâture’, es decir los caminos de los mástiles, de las arboladuras, de la madera, y entre ellos el más famoso y singular es el que nos ocupa en este artículo. Se construían salvando las dificultades del terreno para que por ellos pasaran carretas de bueyes que bajaban troncos enteros para hacer los mástiles de los navíos, algunos de 33 metros y 15 toneladas. Diez yuntas de bueyes los desplazaban, la mayoría de las veces colocadas tras la carga para retener el peso.

El ‘Chemin de la Mâture’ de Etsaut, por donde pasa hoy el sendero pirenaico GR.10, es sin duda el más impresionante de cuantos se hicieron. Se excavaron 1.200 metros de calzada en un acantilado vertical a pico por obreros suspendidos a 200 metros por encima del vacío. Nada sabemos del coste de vidas humanas.

Hoy muy empleado por los senderistas, constituye un paraje singular y es el recuerdo de una gran aventura que trajo al país una época de prosperidad. El antiguo puerto de Athas es todavía identificable en la vecindad de la estación depuradora del pueblo. La aventura coexiste con la historia.

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