Responsabilidad, aquí y ahora

Responsabilidad, aquí y ahora
Responsabilidad, aquí y ahora
Heraldo

Los ciclos electorales siempre parecen giros copernicanos en la historia de nuestro país. Se me ocurren dos posibles explicaciones. La primera de ellas es que no nos hayamos acostumbrados a que el poder no es eterno. Que los gobernantes, aunque mucho predican pero poco cumplen, están en sus puestos por tiempo limitado y, sobre todo, incierto.

Otra posible explicación que se me ocurre es que hay demasiados periodistas que viven por y para los procesos electorales, especialmente de los grandes medios nacionales ubicados en la villa y corte. Toda su actividad, el legítimo y necesario análisis político, se encamina a desentrañar encuestas e intentar predecir resultados electorales a la luz de ellas. El politólogo, figura totalmente desconocida hasta hace no muchos años, se ha convertido en participante ineludible en cualquier tertulia. Pero no solo es eso, los conductores de los programas de opinión y el resto de los participantes no actúan demandando la sabiduría y erudición del experto. Actúan como uno más, dando su parecer, muchas veces sentando cátedra desde posicionamientos archiconocidos, sin atender a las explicaciones, acertadas o no, del politólogo, lo que acaba convirtiendo el discurso de este en una disertación de carácter técnico-académico, no en una auténtica explicación de causas y efectos. También es posible que lo hagan para no entrar en polémicas gratuitas con el resto de los tertulianos.

Con la perspectiva de un posible ‘cambio de ciclo’, los políticos españoles encaran las elecciones del 23 de julio demasiado acelerados, parecen presas del nerviosismo

Con esta manera de contar la política, mezcla de mensajes apocalípticos, de deseos de revancha y todo aderezado con mucho ‘yo ya lo dije’, el hartazgo de la ciudadanía es algo cantado. Hasta los programas televisivos más sórdidos de la prensa rosa han perdido sus audiencias, y por eso los han eliminado de la parrilla, a pesar de que las miserias individuales relacionadas con temas sentimentales despiertan siempre un morbo que las hace atractivas por unos momentos. ¿Cómo pretenden los grandes gurús mediáticos nacionales, no el periodista de calle o de medio local, que sigamos interesándonos por una política que parece de pasarela o plató televisivo y no de hemiciclo? Una prueba del desinterés general es el enfado provocado en unos pocos españoles porque las elecciones se celebren en un domingo estival. Hay que reconocer que aquellos que tuvieran unas vacaciones contratadas, y muchas veces ya pagadas, no muestren su entusiasmo si deben acudir a una mesa electoral como miembro de ella. Pero esto, como casi todo, requiere la voluntad de buscar una solución a los afectados, bien exonerándoles de esa responsabilidad, bien compensándoles por el servicio que nos prestan a todos. Pero escribir páginas y llenar editoriales sobre la inconveniencia de la fecha de la cita electoral es puro postureo.

Todos tenemos que recordar que la democracia supone derechos y también obligaciones

Desgraciadamente, en España, y en casi todos los países de nuestro entorno, da la impresión de que no llegamos a asumir que el sistema político que nos hemos dado ofrece derechos y reclama obligaciones por parte de todos, ciudadanos, políticos y comunicadores. Se llama democracia.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Ana Isabel Elduque)

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