Por
  • Javier Sebastián

El Siglo de las Luces apagadas

El Siglo de las Luces apagadas
El Siglo de las Luces apagadas
Pixabay

Alguna vez me he sentido en minoría cuando, para no hacer el ridículo, veo que conviene saber alguna cosa antes de abrir la boca. Si no sé algo, me callo. Y si no, me remito a lo que dicen los expertos. Puedo tener opiniones sobre ciertos asuntos. 

Por ejemplo, y esto es del último libro de Julian Barnes: si es verdad que hay 170 religiones en el mundo, y todas ellas se declaran las únicas verdaderas, las posibilidades de haber elegido la correcta es del 0,58 %... eso en el caso de que haya una religión verdadera, claro. Es especular, nada más. Sin embargo, sobre la inteligencia artificial o el cambio climático más me vale recurrir a las opiniones de los que los han estudiado. Hay a quien eso le parece absurdo. ¿Qué sabrán, dice uno, los científicos y filósofos del Instituto para los Estudios del Futuro de Estocolmo que no intuya yo? Otra: ¿Cambio climático? Bah, una maceta en cada ventana y asunto arreglado. Para algunos, los del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático son unos aguafiestas, igual que los de ‘Nature’, que ahora salen con que hemos sobrepasado siete de los nueve umbrales para la vida humana en la Tierra. Podré llevarles la contraria, ¿no? Desde luego, siempre y cuando a uno no le importe pasar por mentecato. En fin, es como si el Siglo de las Luces y la Razón se hubiera vuelto un incordio y se estuviera imponiendo el pensamiento mágico. ¿Que quiero que algo no exista? Pues cierro los ojos y ya no existe. Y al revés. Es lo que viene.

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