En el fútbol y más allá

Vinicius celebrando un gol del Real Madrid ante el Valladolid.
Vinicius celebrando un gol del Real Madrid ante el Valladolid.
Medina/Reuters

El delito de odio es una infracción penal que se produce por prejuicios contra una o varias personas que pertenecen a un determinado grupo social. Este grupo social viene determinado por la raza, la religión, el género, la edad, la ideología, la orientación sexual, una discapacidad, una enfermedad u otros motivos.

La actitud en el partido Valencia-Real Madrid del futbolista Vinicius, al señalar a quienes le estaban insultando gravemente en la grada, generó mucho ruido y medio mundo se hizo eco de este caso de racismo, que esperemos sirva para acabar con la permisividad y esa especie de normalización de cualquier insulto que desde hace años existe en cualquier partido de fútbol, incluso en categorías juveniles e infantiles.

Los insultos racistas deben condenarse siempre con el Código penal, pero también debería manifestarse el rechazo en los partidos por el público que no comparte las agresiones verbales, mediante la desaprobación sonora ante cualquier tipo de injurias. Así se hizo en La Romareda hace poco tras oírse desde la grada ‘Todos a una, pu.. Osasuna’. Igualmente deberían actuar con firmeza los clubes, echando de los campos a quienes no saben comportarse para no perjudicar la imagen de toda su masa social; como también los rectores del fútbol, con las debidas sanciones a los equipos que no cumplan la normativa deportiva. A los medios de comunicación les toca reseñar y rechazar esta violencia que, a veces, se olvida.

He dejado al final la deseable condena de todos los futbolistas durante los partidos, que podría llegar a pararse el juego en cuanto se produjeran los insultos racistas u otros susceptibles de delito de odio. Si Vinicius fuera blanco también recibiría insultos, no racistas, pero le dirían ‘maricón’, ‘hijo de pu...’, ‘muérete’, y todo por ser un jugador al que se teme por los goles que puede meter.

La calificación de racista a un país va más allá del fútbol. Deseando que no haya más insultos de este calibre en los estadios y que ninguna otra actitud similar quede impune, habrá que estar encima de otros hechos fuera del escenario futbolístico que puedan ser delitos de odio. Por ejemplo, en el acceso a la vivienda, a un puesto de trabajo o en el entorno escolar.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Concha Roldán)

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