Elecciones y privilegios

Pleno del Senado, en el que han debatido Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo
Elecciones y privilegios
Kiko Huesca

Un presidente del Gobierno español tiene conferidas prerrogativas de por vida para sí y para su cónyuge o pareja en caso de fallecimiento, como son: pensión vitalicia (hoy de 75.000€ al año); cuatro empleados a su servicio con chófer, coche oficial y escolta; dotación extra para gastos de oficina, sociales y alquileres, acceso gratuito a todos los transportes españoles, representación diplomática y además pueden ejercer trabajos privados remunerados. 

Todos los ciudadanos tienen un horario laboral que cumplir y un mes al año de vacaciones, pero nuestros políticos no tienen obligación de asistir al Congreso de los Diputados o el Senado, y el período de sesiones de ambas cámaras es de febrero a junio y de septiembre a diciembre, con lo que libran además tres meses al año. (En 2022 las sesiones del Senado no llegaron a 70). El 23 de julio hay elecciones generales para nombrar 350 diputados y 266 senadores, en vísperas de un agosto en que se cierran las cámaras. Los que no salgan elegidos tendrán ya su colocación en las oportunas puertas giratorias (asesores, consejos de administración, empresas públicas o semipúblicas, etc.). Y los nuevos elegidos empezarán a cobrar sus sueldos y a tener sus ventajas fiscales desde el primer día: además de dispositivos de última generación (móvil, tablet, portátil), tendrán tarjetas y kilometrajes para traslados, asignaciones por viajes (nacionales, autonómicos y municipales) y dietas de hasta casi 2.000€ al mes, sin justificar y libres de impuestos pues no se someten al régimen general de dietas que deben cumplir el resto de los españoles. 

Mientras los ciudadanos tributan por la totalidad de sus ingresos, nuestros diputados y senadores sólo declaran y tributan por el 61% del salario real que reciben del erario, roto así el principio de igualdad para todos los españoles. Pero ningún gobierno hasta ahora ha cambiado ni enmendado ni cuestionado estos privilegios. Acabado un gobierno, a los ciudadanos les quedan cosas sin resolver, leyes y decretos que sirven o no y que hay que derogar y el endeudamiento aumentado y correspondiente a cargo de sus espaldas. ¿El gobierno que salga se replanteará las actuales estructuras institucionales tan abultadas y la verdadera necesidad de alguna de ellas, como el Senado?

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Magdalena Lasala)

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