Después de la noche electoral

Votación en un colegio electoral de Zaragoza.
Votación en un colegio electoral de Zaragoza.
Francisco Jiménez

Sonoro batacazo, el que se llevaron anoche Pedro Sánchez y el PSOE. Y más sonoro todavía, el que les cayó a sus socios de gobierno de Unidas Podemos. Un muy buen augurio, en cambio, para las expectativas de Alberto Núñez Feijóo y del PP de cara a las elecciones generales, que están a solo seis meses vista. Vale, pero y ahora, ¿qué toca?

Pues al PP y a algunos de sus candidatos a presidente autonómico -como es el caso de Jorge Azcón- y a alcaldes les van a tocar unos cuantos pactos con Vox. Pactos que si por un lado son indispensables, y cabe argüir que han sido claramente señalados por los electores, por otro no dejarán de ser espinosos. Probablemente, las legislaturas autonómicas y municipales que están a punto de comenzar verán una normalización de la presencia de ese partido en las instituciones. Pero para el PP y para Feijóo no será ni fácil ni grato. Luchar por el centro, requisito indispensable para abrir el camino a la Moncloa, a la vez que se incorpora a la gobernación, en mayor o menor grado, a la extrema derecha requiere aprender a caminar sobre el filo de una navaja. Veremos si los dirigentes populares aciertan a hacerlo. La propia experiencia de Sánchez con la extrema izquierda supone una seria advertencia.

Y en ese otro extremo, el de la izquierda a la izquierda del PSOE, el naufragio ha sido casi total. Podemos, que en Aragón se queda con un solo diputado, cuando en 2015 obtuvo catorce, y en Zaragoza pierde sus dos concejales, ha sido barrido de las asambleas legislativas de Madrid y de la Comunidad Valenciana. En realidad, casi ha sido barrido de la escena política. De manera que ahora le toca a Yolanda Díaz y a su todavía muy etérea plataforma, Sumar, demostrar que son algo más que ruido y aspavientos. Es el momento, si es que hay algo debajo de la cáscara, de que veamos la nuez.

¿Y Sánchez? Bueno, seguro que le veremos jugar a fondo la carta de la presidencia europea. Pero si lo que ocurrió ayer es un anticipo de lo que vendrá en las generales, el presidente, que en el esprint final ha repartido dádivas a manos llenas, tendrá que rebuscar en el forro de su chistera a ver si todavía le queda algún conejo.

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