De los carteles a las redes sociales

De los carteles a las redes sociales
De los carteles a las redes sociales
Heraldo

En otros tiempos, cuando –como alguien dijo, no recuerdo quién– la democracia "olía a nuevo" y los españoles andábamos de estreno, el cauce principal de la propaganda electoral eran los carteles. 

La campaña comenzaba a medianoche con la primera ‘pegada de carteles’ –de verdad, no meramente simbólica– y a la mañana siguiente las ciudades amanecían empapeladas con fotografías de los candidatos, lemas contundentes más o menos ingeniosos e imágenes evocadoras de las ideas de cada partido. Y eran entonces muchos partidos, aunque la mayoría no se comían un rosco.

Por las noches, grupos de jóvenes –aunque también se admitía a los mayores– recorrían las calles pegando carteles en tapias, fachadas, columnas... en todos los lugares imaginables. Eran en general militantes o simpatizantes, voluntarios, aunque algunos partidos, con menos tirón juvenil, recurrían a ‘pegadores’ de pago. Y de vez en cuando podían producirse peleas por la ocupación de algún hueco, o porque algunos arrancaban los que ponían los adversarios. La omnipresencia de la cartelería política era un signo de aquella frescura democrática y, aunque no faltaban críticas, me parece que la mayoría la aceptaba con normalidad.

Pero los críticos, en el fondo, tenían su razón. Aquello era muy poco cívico y muy poco estético. Carteles pegados unos encima de otros, algunos medio arrancados, ensuciaban las paredes y se eternizaban después de los comicios hasta descomponerse.

Hoy el cartel ha perdido el protagonismo político y electoral, y me parece que la imagen de nuestras ciudades ha salido ganando. Ahora, además de en los medios de comunicación, como la prensa y la televisión, la campaña se desarrolla, en buena medida, en las redes sociales. Un canal que presenta, entre otros, el problema de que tiende a funcionar en bucle: cada cual se alimenta casi exclusivamente de la información y de las ideas a las que se siente más próximo. Eso no es bueno, conviene levantar la vista y escuchar y leer lo que dicen los demás, aquellos con cuyos planteamientos no coincidimos. Igual aprendemos algo.

En fin, que los tiempos han cambiado, claro, pero las campañas electorales siguen siendo la quintaesencia de la brega política, pues la política, como decía el profesor Ángel Cristóbal Montes, es una lucha entre contendientes que aspiran al poder. Lo importante será entonces que los candidatos luchen con limpieza, que impere el juego limpio. Pero esto, antes y ahora, puede ser mucho pedir. Armémonos entonces de paciencia, es el esprint final y son solo quince días.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Víctor Orcástegui)

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