Juegos florales

Pleno del Senado, en el que han debatido Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo
Pleno del Senado, en el que han debatido Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo
Kiko Huesca

Las sesiones del Senado, donde se encuentran de vez en cuando el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, se parecen más cada vez más a unos juegos florales que a unos debates parlamentarios en los que quienes debieran analizar, discutir y proponer soluciones a los problemas de los españoles se pasan sus tiempos de intervención buscando la forma de zaherir del modo más ingenioso posible a su contrincante, buscando la frase más ocurrente, el calificativo más despiadado o el adjetivo más insólito para ridiculizar al oponente, aunque reglamento en mano –y sin que ello quiera decir que no puedan arbitrarse fórmulas más equilibradas en la adjudicación de los tiempos– lo cierto es que la balanza se inclina siempre hacia el lado del señor Sánchez, verdadero torrente de palabras, palabras y palabras que llegan a cansar y hasta a aburrir a quien se asoma a esos debates en busca de la nobleza del arte de la política y de la discusión serena y convincente de quienes dirigen o pretenden dirigir los destinos del país.

Yo asisto asombrado a esos enfrentamientos o combates desiguales en los que se da poco cuartelillo al aspirante frente al que defiende el título, quien hace además ostentación abusiva de sus tiempos y repite una y otra vez un cansino discurso lleno de tópicos y reiteraciones, dejando escaso margen de respuesta a su oponente que, a veces, se ve también en la necesidad de buscarle las cosquillas al bravucón que le quiere intimidar, incluso, con sus gestos, aspavientos y sonrisitas despectivas cuando se vuelve al escaño y hace arrumacos cómplices con la vicepresidenta que tiene más a mano.

Los encuentros parlamentarios, en el Senado, entre el presidente del Gobierno y el líder del primer partido de la oposición más que debates parecen combates, o juegos florales en los que los contendientes compiten para zaherir y ridiculizar a su adversario

Es una pena que esa Cámara parlamentaria tan inútil se haya convertido ahora, además de en ese nutricio cementerio de elefantes que acoge a lo más residual de la política, en un gran guiñol para lucimiento (presunto) de un presidente del Gobierno repartiéndose estacazos con un jefe de la oposición al que la escenografía reserva un papel secundario, como capitidisminuido. Para que, entretanto, quienes contemplamos el espectáculo con asombro, como he dicho, nos quedemos perplejos ante la inanidad de la representación.

Hasta el punto llega mi asombro de que no sé si es beneficioso para Núñez Feijóo acudir a esos debates en los que Sánchez pretende contemplarlo y colocarlo como si fuera un ‘sparring’ de sus entrenamientos, y si no le sería más provechoso evitar una confrontación en la que, queramos o no, se deja jirones, por muy mesurado que haga su discurso.

España no necesita juegos florales donde gana el vate más ocurrente e ingenioso; necesita instituciones respetables y respetadas donde se hable con elegancia, con acierto y cortesía, con afán de construir. Lo demás es una forma perversa de perder el tiempo y de entretener con pan y circo a los ciudadanos.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por José Luis de Arce)

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