¿Vida más allá?

Al menos 200 muertos en enfrentamientos entre el ejército de Sudán y paramilitares
Al menos 200 muertos en enfrentamientos entre el ejército de Sudán y paramilitares
STRINGER

Siria, Afganistán, Venezuela, conflicto israelí-palestino, Ucrania frente a Rusia, ahora Sudán. La clave siempre está en las alianzas y los enfrentamientos de poder. Quienes lo enarbolan, nuevos Hítleres, ignoran y masacran a los más inocentes sufridores: civiles, ancianos y niños, mujeres y madres de familia, que lo único que desean es preservar su íntimo paraíso cotidiano. 

Nada nuevo bajo este sol calenturiento de abril del 23 que nos va desecando planeta y corazón.

Lo mismo da que sus gerifaltes sean Omar al-Bashir, Abdel Fattah al-Burhan o Mohamed Hamdan Dagalo. Una dictadura sucederá a otra, en un país seccionado por los conflictos intestinos desde su independencia en 1956, habitado por el desierto y la sabana, preeminentemente agrícola y musulmán, y en el que la escolarización llega solo a un 40% de sus niños y jóvenes. La investigación, la riqueza y diversidad de etnias y la belleza de la música tradicional quedan oscurecidas por la barbarie.

Estados Unidos y Arabia Saudí dieron el primer aviso, un alto el fuego, la posibilidad de evacuar a víctimas de guerra y lesa humanidad a horas vista, y salir del infierno. Francia, Alemania, Italia, Bélgica o Países Bajos; Grecia, India, Corea del Sur. Por su parte, aviones de nuestras bases fletaron a 200 militares voluntarios españoles, latinos y europeos, y pusieron su granito de arena para paliar la pesadilla, réplica de la sufrida hace más de 20 años en Darfur y otras ciudades sudanesas.

Ahora el encarnizamiento es más fuerte en Jartum, la capital. A los hospitales no llegan medicinas ni material quirúrgico; sin agua, luz ni suministro eléctrico. Son momentos de huir sin mirar atrás y salir con lo puesto, como en tantas guerras: "Una bomba cayó en la sacristía y recogimos nuestras cosas para largarnos", relataba el misionero Parladé, de 81 años y 50 en el país. Diplomáticos y extranjeros de diferentes profesiones abandonan Sudán, mientras los sudaneses de a pie escapan o perviven como pueden.

Egipto, Sudán del Sur o Chad son los países más cercanos. A oscuras y de noche, como los místicos, contaba el capitán zaragozano Carlos Miraz que accedieron al aeropuerto de Jartum. Países conflictivos, situaciones límite, ante los que una siempre se pregunta: ¿Cómo sobrevivir con una discapacidad? ¿Se retorna al paraíso en la diáspora? Me queda el beneficio de la duda.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por María Pilar Martínez Barca)

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