En la peluquería

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En la peluquería
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Dos de nuestros colaboradores, el profesor David Serrano-Dolader y la escritora Luisa Miñana, han hecho referencia en las últimas semanas a las peluquerías a las que acuden para arreglarse el cabello. Me llama la atención porque, aunque todos visitamos con alguna frecuencia este tipo de establecimientos, las peluquerías no suelen hacerse presentes en el discurso público, más allá del capítulo de la moda. 

Y sin embargo, como nos recuerdan ambos articulistas, son lugares en los que la conversación discurre muchas veces por cauces animados e interesantes. "En las peluquerías se habla de casi todo", nos dice Miñana. Serrano-Dolader, por su parte, afirma que "el peluquero es nuestro refugio de confianza" y que "un buen peluquero compite con jueces y notarios en una oposición de la que pocos salen triunfantes". Una idea que me remite a una referencia literaria, la novela de Luis Landero ‘La vida negociable’, cuyo protagonista, Hugo, traza muchos fantásticos y fantasiosos proyectos vitales, pero la realidad lo conduce siempre a una no reconocida vocación de peluquero, peluquero-filósofo por más señas. Por mucho que se empeñe en ser otras cosas, el destino lo lleva una y otra vez a empuñar las tijeras y el peine y a impartir doctrina a sus clientes. En la peluquería que atiende a Luisa Miñana, por hablar de todo, se habla incluso de algoritmos. Y el peluquero que mima a David Serrano-Dolader es "amable, distendido, despierto y pelín filósofo", como el de Landero. Y además hace guitarras. Dicta el tópico que los ‘temas’ de la peluquería de caballeros fueran el fútbol y los toros, y para de contar. Y en las de señoras, cotilleos y modas. Pero los tiempos cambian. A veces a mejor.

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