El último etarra
El último etarra que salió de una cárcel aragonesa el pasado sábado se había empeñado en que no lo enviaran a una prisión del País Vasco, sin embargo su traslado ya había sido anunciado, como uno de los cinco últimos, dentro del acuerdo cerrado entre el Gobierno de Pedro Sánchez, el Ejecutivo vasco del PNV y el partido Bildu.
En los días de la Semana Santa no suelen funcionar los autobuses de la Guardia Civil, así que el traslado no llegó a tiempo porque el 8 de abril le tocaba salir en libertad a Faustino Marcos Álvarez, por haber cumplido la condena de 13 años y dos meses que le impusieron por pertenencia a banda armada, falsedad documental y tenencia de armas.
No era el único etarra encarcelado en Aragón que había optado por resistirse a la política de traslados al País Vasco, porque en la misma prisión se pronunció también en esa línea Jon Gustabay, que optó por quedarse en Daroca y al que esperaban sus familiares a la puerta de la cárcel cuando fue puesto en libertad hace unas semanas.
"Para este viaje no hacen falta alforjas", concluyó un funcionario de la prisión aragonesa, al comprobar que la política del Gobierno de acercar a los etarras al País Vasco no se pudo aplicar para todos, porque los traslados habituales ya han concluido.
Aun así, los dos últimos miembros de ETA en Aragón se fotografiaron a la salida de la cárcel de Daroca con sus familiares bajo la bandera de Etxerat (‘A casa’ en vasco) para que constara su puesta en libertad, como parte de la historia de un país que padeció los más de 800 asesinatos cometidos por esta banda terrorista. Ese pasado tan oscuro no puede olvidarse si queremos evitar su repetición.
