Por
  • Alfredo Compaired Aragüés

Sender en el Museo

Ramón José Sender posee una obra variada en todos los géneros.
Ramón José Sender
Archivo DPH/Heraldo.

El Museo Provincial de Zaragoza acoge la exposición ‘Ramón J. Sender. Memoria bisiesta’, un recorrido por la vida y obra del escritor altoaragonés, homenajeando el cuadragésimo aniversario de su muerte.

Pude conocer y hablar con don Ramón en las escuelas de Chalamera, gracias a mi amistad con el periodista Jesús Vived, especialista y amigo personal del escritor, que le dedicó ‘Réquiem por un campesino español’. Tengo entre mis manos ‘Ramón J. Sender. Biografía’, auténtica enciclopedia escrita por Jesús Vived, tras más de veinte años de investigación, de análisis bibliográficos, de búsqueda en bibliotecas y hemerotecas, de archivos en todo el mundo, con docenas de entrevistas a quienes le conocieron; grueso libro de 708 páginas. Biografía de obligada referencia para una figura trascendental e imprescindible, autor de más de cien libros, algunos de ellos verdaderas obras maestras del siglo XX.

Pío Baroja escribía en 1933: "Entre los jóvenes un poeta, García Lorca, y un novelista, Sender". Por ello, para Javier Lambán debería estar en el "panteón de los literatos más ilustres de España". No basta para definirlo la riqueza de sus escritos, ni sus docenas de novelas, ni los cerca de dos mil artículos de crítica literaria, ni los ensayos cuasi filosóficos, la parte más desconocida de su obra. El biógrafo da cuenta del talante humano que lo hizo posible. En su heterogeneidad, aparece su obsesión, más aún que en Unamuno, por lo divino, a pesar de su agnosticismo y recelo de todos los dogmas religiosos. Tras superar una enfermedad, le decía a su amigo Joaquín Maurín: "Como sabes, creo en Dios. No en el dios de las sectas cristianas, ni en el dios de los judíos, ni en el de los hindúes. El mío es producto de mi imaginación, a la medida de mi perplejidad privada y secreta". Y en ‘Blanco y Negro’ afirmaba que el lenguaje de Dios era el silencio: "Ese silencio que es imposible en las guerras. ¿Se acuerdan ustedes de la guerra civil? Los cañones rompían el silencio de Dios".

Importante es también su preocupación por el ser humano y sus problemas, por el desprecio y desamparo que sufren los individuos marginados de la sociedad, acercándose a ellos a través de injusticias sociales y políticas, a través de personajes alegóricos y totalizadores, donde lo social adquiere ramificaciones morales. No olvidemos que la vida de don Ramón fue una especie de ‘aldea del crimen’, años y años de exilio, con el recuerdo de su mujer y su hermano asesinados.

Con este gran libro, se pretende lograr que don Ramón no solo sea elogiado, sino leído y estudiado. Destacan las secciones dedicadas a su actuación en la guerra civil, sus relaciones con Moscú, su llegada a Norteamérica, su estancia en México, sus largos años de docencia académica en universidades estadounidenses. En este libro está todo Sender. Y, por supuesto, la antiquísima relación con ‘Heraldo de Aragón’, recordando el premio de poesía que obtuvo en un concurso organizado por este diario: en "los años verdes de mi adolescencia, ese premio me estimuló a seguir por la senda que después ha marcado y definido mi destino". Escribió artículos en exclusiva para este diario, que más tarde configurarían los libros ‘Solanar y lucernario aragonés’ y ‘Segundo solanar y lucernario’, publicados por Ediciones Heraldo de Aragón.

Salvo que me equivoque, al visitar la exposición en el Museo Provincial de Zaragoza advertí la falta de referencia, la ausencia de este gran libro, gran enciclopedia, difícilmente superada por investigadores, libro comprometido y comprometedor, donde se restituye al Sender real.

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