Sostenibilidad de plastilina

Sostenibilidad de plastilina
Sostenibilidad de plastilina
Heraldo

El título de este artículo quedaría completo añadiéndole ‘con fondo verde’. No se trata de un bodegón surrealista o dadaísta, sino más bien de una instantánea movida de la vida actual, idealizada en sentidos diversos. 

Se materializa en cada momento de cada día, en cualquier lugar. No siempre con atributos similares para todos los habitantes, lo cual se presta a diferentes demandas.

Aragón es el resultado del paso de los siglos. Las diferentes corrientes humanas legaron vestigios varios, tanto en forma de cultura como en la apropiación del territorio; a veces cuidadosa, otras depredadora. Cada iniciativa de alcance colectivo buscaría un fin material o intangible, frecuentemente réditos de poder o económicos. Además, lo de hoy tiene algo del ayer, pero no olvida el futuro. Ahora mismo las diatribas ante hechos concretos provocan enfrentamientos ideológicos, de cultura de vida. A pesar del distintivo verde –mandato de la Unión Europea– que se quiere dar a las políticas territoriales y medioambientales, estas no llegan a convertirse en el paradigma que debería primar. Menos aún porque las actuaciones con el agua, el aire, el suelo o la energía no se abordan con una finalidad social.

El término ‘sostenibilidad’ se utiliza de forma tan profusa y poco rigurosa que resulta ya tan moldeable como la plastilina

Hace unos años apareció una luminaria llamada ‘sostenibilidad’. Esta tiene atributos de sus partes y a la vez debería percibirse –es– como un todo, que lamine las desigualdades. Pero se nos ha tornado oscilante y contradictoria. No hay manera de estabilizar un consenso universal que la convierta en valor colectivo. Va y viene en la vida real como ráfagas de viento, de dirección cambiante. Algunas personas, ciertas instituciones son capaces de mantener el sentido primigenio, pero quién sabe si esa postura no es una máscara de lo que debería ser. Ya hay voces críticas que abogan por eliminar el término por su falsedad, como otros postulados ecosociales que se han convertido en ‘no-conceptos’. Muy asumidos por quienes ordenan la vida global. Muy cuestionables cuando se saltan protecciones naturalísticas para acoger iniciativas privadas desde supuestos no demostrados; los Pirineos esquiables por doquier, basándose en números inciertos y planes escritos con renglones torcidos como la inseguridad de disponer de nieve, valdrían como oscuro objeto de los deseos. Más grave si se emplea dinero verde europeo para perpetrarlos.

Hace más o menos un año publicaba en mi blog ‘Sostenibilidad: el discreto encanto de la impostada modernidad’. El artículo lamentaba que bastantes administraciones o marcas comerciales venden sostenibilidad a raudales, sin importarles apenas el tipo de rastro que dejan en el pensamiento y la cultura de la ciudadanía. Quería lanzar un apremio para que se intentase completar las llamadas Agendas 2030; eso del ‘Pacto verde europeo’, pero de verdad. Avisaba de que estuviésemos a la escucha de quienes afirmaban poner todo tipo de ingeniería y logística al servicio de esa quimera que supone no dejar a casi nadie atrás en forma de energía comprometida y de sostenibilidad. Pero la construcción actual parece estar hecha con plastilina, remoldeable para componer ideales o fabricar artilugios diversos, al apoyarse en términos fetiche, poco creíbles en su proceso. Solo así se entiende que el Ayuntamiento de Zaragoza reduzca a la mitad su presupuesto de Educación Ambiental (EA) para la ciudadanía, el mejor camino hacia la sostenibilidad creíble. Parece un desaire internacional cuando se pertenece, como otras seis ciudades de España, a las cien ‘cities 2030’ de la UE. Además, organizará del 21 al 23 de marzo el Conama Local 2023 (Congreso de Medio Ambiente en entidades locales) con sesiones para ver cómo proteger la biodiversidad, luchar contra el cambio climático y otras lides ambientales. La EA lucirá media hora con la caduca señal de conectar con la naturaleza.

Quienes creen sinceramente en las propuestas ecosociales tienen que apartarse de los disfraces de una sostenibilidad de adorno

Construyamos algo sincero para el futuro, combinando ética universal con salud y ecología, criticando los disfraces de la sostenibilidad de adorno. Impidamos que la acción política tenga un sentido único, influenciada por los hilos de los ‘lobbies’. Se nos olvidaba: gratitud eterna a quienes desde cualquier instancia o colectivo ecosocial luchan para que el mundo crea en la sostenibilidad o sustentabilidad basada en la coherencia ética, y a esa ciudadanía anónima que apoya de forma consciente y comprometida este proyecto.

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