Tres años después de que el Gobierno decretara el primer estado de alarma para hacer frente a la situación de emergencia sanitaria provocada por la covid-19, Aragón y el resto de España han recuperado prácticamente la normalidad prepandémica. 

No obstante, el alivio de dejar atrás la amenaza que motivó un confinamiento general y paralizó la economía no debe hacer olvidar el balance de muerte y sufrimiento. El coronavirus ha dejado en la Comunidad un total de 467.408 contagios y casi 5.300 fallecidos en las sucesivas oleadas. Entre las múltiples secuelas de este episodio, uno de los más perturbadores que ha sufrido la sociedad española y aragonesa en mucho tiempo, cabe destacar que ha puesto en jaque al sistema sanitario y ha provocado secuelas físicas y mentales que todavía hoy siguen afectando a una parte de la población.

Hasta el 14 de marzo de 2020, Aragón había notificado 135 casos y 10 muertes por coronavirus, en unos momentos de incertidumbre en los que faltaban equipos de protección, mascarillas y test. Con la población recluida en sus casas, se quiso cortar la transmisión del virus, que ya se empezaba a cebar en las residencias de mayores. La campaña de vacunación supuso un antes y un después. En la Comunidad, un 93% de la población ha recibido ya alguna dosis. Es un éxito sanitario y social, que siempre deberá recordarse junto a la memoria de las víctimas.

La pandemia deja múltiples lecciones, desde la importancia del esfuerzo de muchas personas anónimas para ayudar a sus convecinos hasta la necesidad de fortalecer el sistema de salud, empezando por la atención primaria. Hay que congratularse por estar en vías de superar definitivamente la pandemia, pero objetos como las mascarillas nunca deberán ser orillados del todo por si vuelven a ser necesarios en algún momento.