Por
  • Alberto Jiménez Schuhmacher

¿Y la Ciencia?

¿Y la ciencia?
¿Y la ciencia?
Pixabay

El 16 de marzo de 2020 se inyectaba en un humano el primer prototipo de vacuna frente al SARS-CoV-2, el virus de la covid-19. Los avances en biomedicina de las décadas precedentes fueron esenciales. 

Así, para alcanzar lo mismo con el virus del SARS, un primo hermano que nos atacó en 2002, se necesitaron veinte meses. ¿Se imaginan que estuviésemos todavía en las primeras fases de los ensayos clínicos de vacunas contra la covid-19 con una eficacia del 50%? ¿O que hubiera que esperar a las españolas?

Hace tres años, por un tiempo, ser científico molaba más que ser cocinero o futbolista. De hecho, el mundo no se paró sin fútbol, pero volvió a arrancar gracias a la ciencia. Unos meses antes me dormía escuchando los debates de las elecciones de 2019 sin que los ‘homo politicus’ hubiesen pronunciado la palabra ‘ciencia’. Si después, en un acto masoquista, revisionaba lo que me había perdido soñando, oía, a lo sumo, un ‘ciencia’. Y no era un ‘Ciencia’ rotundo, claro y con medidas. Venía pronunciado con timidez, escondido en una ristra de temas como cuando vas de adolescente a una farmacia y pides aspirinas, juanolas, condones, tiritas y biodramina. Sin embargo, durante un tiempo pandémico la palabra ‘Ciencia’ era ‘cool’, necesaria y buena. Los ‘homo politicus’ se acercan a la berrea electoral. Les pido que recuerden que hace tres años estábamos mal y que la Ciencia nos ha salvado de esta. Que sean líderes, no estrategas electorales y recuerden cuidarla (desburocratizándola y con pasta).

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