¡Lo que hay que leer!

¡Lo que hay que leer!
¡Lo que hay que leer!
Heraldo

En el futuro, cuando hagas una fiesta, invita a los necesitados (pobres), a personas con discapacidad física (tullidos), a personas con movilidad reducida (cojos) y a personas con discapacidad visual (ciegos). Ellos no podrán darte nada a cambio, pero Dios te bendecirá. Él te dará un premio cuando resuciten todos los que practican la justicia" (Evangelio de Lucas ).

"Cuando ya había oscurecido, regresaron los dueños de la cabaña. Eran siete personas verticalmente limitadas (enanos) que cavaban y extraían oro y piedras preciosas en las montañas" (‘Blancanieves’, Hermanos Grimm).

Pretender corregir los textos literarios para adaptarlos a los requisitos del lenguaje políticamente correcto supone una falsificación absurda y peligrosa

"No soy aficionado a prodigarme elogios a mí mismo; pero si hablo de este modo, es porque es la pura verdad; soy uno de esos que han conducido las mejores manadas de reubicados involuntarios (esclavos), no solo una vez, sino ciento; y siempre los he vuelto con problemas de obesidad (gordos) y con buena salud, no habiéndose muerto más que uno que otro, esto lo debo a mi humanidad… y merced a este sistema humanitario he realizado muy buenas especulaciones; y como suele decirse, cada afroamericano (negro) me ha dejado un bonito lucro en su tránsito". (‘La cabaña del tío Tom’, Harriet Beecher Stowe).

¿Se imaginan tener que traducir toda la literatura mundial a este lenguaje? Pero, sobre todo, ¿se imaginan tener que leerla? A raíz de la propuesta de la editorial británica Puffin Books de corregir algunos cuentos de Roald Dahl según los estándares actuales de lo políticamente correcto, se me ha ocurrido hacer el ejercicio humorístico anterior. Con respecto al caso real, no han tardado mucho en surgir voces diciendo que qué tipo de barbaridad se estaba proponiendo. Si no dijéramos nada al respecto, cualquier día podríamos ver los ‘Fusilamientos del Tres de Mayo’ con las caras de los reos pixeladas, por aquello de la protección del derecho a la intimidad, y prohibir la ‘Cabalgata de las Valquirias’ por machista, imperialista y haber sido una de las músicas favoritas de los dirigentes nazis, aunque los mandatarios israelíes ya han caído en esta trampa durante demasiado tiempo.

Las discriminaciones tienen que ser combatidas sin ocultar su realidad histórica

Los que pretenden corregir la Historia, con mayúscula, no son conscientes de que es imposible. Pero pretender reescribirla, además de un anacronismo lingüístico, es absurdo y peligroso. Decir que algo se escribió, se compuso, se pintó o se esculpió de forma distinta a cómo se hizo no es algo que afecte solo al deber de corrección con colectivos que fueron discriminados por causa de sus diferencias. Va mucho más allá. La marginación que han sufrido muchas personas por su sexo, género, condición, raza, etnia, discapacidad, etc., no se va a arreglar por ocultar que en el pasado la hubo. Los niños no tienen la piel tan fina como para que sea necesario esconderles estos deleznables hechos. Lo peligroso es no decirles que eran eso mismo, actos aborrecibles de los que no solo no podemos estar orgullosos, sino que debemos ser activos en denunciarlos y combatirlos, y que ellos, ya que nuestras generaciones parece que no lo logramos, tienen al alcance de su mano construir una sociedad integradora plena, y no solo en el discurso.

Solo me queda comentar un hecho que me entristece notablemente sobre la corrección de las obras de Roald Dahl. No lo ha promovido ningún gobierno con peligrosas feministas populistas en él. Lo ha hecho la editorial, a su propia iniciativa, en un país donde no se habla una lengua de esas que usamos los bárbaros del sur de Europa. La enfermedad está más extendida de lo que parece.

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