Torre cerrada

Un avión de pasajeros y otro de carga en el aeropuerto de Zaragoza. Al fondo, la torre de control.
Torre cerrada
Guillermo Mestre

El aeropuerto de Zaragoza es el segundo de España por el volumen de mercancías que aterrizan y despegan en sus pistas. Y constituye una pieza fundamental de la apuesta por la logística en la que Aragón se ha embarcado, desde hace dos decenios, para diversificar su estructura económica e impulsar su desarrollo. 

Sin embargo, desde hace más de una semana, la torre de control del aeropuerto permanece cerrada por las noches, imposibilitando las operaciones durante el horario nocturno. Y no pasa nada, nadie se inquieta. La base aérea de Zaragoza es la sede de dos de las principales unidades del Ejército del Aire, el Ala-31 de transporte y el Ala-15, con sus cazabombarderos F-18. Sin embargo, la torre de control de la base, que es la misma que la del aeropuerto, permanece cerrada por las noches. Y no parece que a nadie preocupe. Pero es normal que el ciudadano se pregunte cómo estará afectando la falta de controladores y el cierre nocturno de la torre al tráfico de mercancías en el aeropuerto. ¿Se estarán desviando vuelos a otros aeropuertos? ¿Podría el de Zaragoza perder competitividad en ese sector del transporte de mercancías en el que ostenta una bien ganada posición? ¿Preocupa esto al Ayuntamiento de Zaragoza? ¿Inquieta al Gobierno de Aragón? ¿O ni sienten ni padecen? Y, por otro lado, con una guerra a las puertas de Europa, ¿cómo afecta esta situación a la capacidad de nuestras unidades aéreas? ¿Condiciona las maniobras que en este momento se están llevando a cabo? No digo yo que Putin vaya a aprovechar para lanzar un batallón paracaidista sobre Zaragoza, pero no parece este el momento más oportuno para reducir la operatividad de una base aérea. ¿Tiene el Ministerio de Defensa prevista alguna solución?

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