Baroja y la basura

Baroja y la basura
Baroja y la basura
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El señor Custodio es el trapero que proporciona un breve amparo a Manuel, el chaval de 12 o 13 años protagonista de ‘La busca’, la estupenda pero tan terrible novela de Pío Baroja sobre la vida de los niños de la calle en el Madrid de principios del siglo XX. 

El oficio de Custodio consistía en recoger por las calles lo que la gente tiraba, residuos y desperdicios, y, como hombre avispado, un día le hizo a Manuel esta reflexión: "¿Tú te figuras el dinero que vale toda la basura que sale de Madrid?". "Yo, no", le contestó el niño. "Pues haz la cuenta. A sesenta céntimos la arroba, los millones de arrobas que saldrán al año... Extiende eso por los alrededores y haz que el agua del Manzanares y la del Lozoya rieguen esos terrenos, y verías tú huertas y más huertas". 

Me acordé del señor Custodio al leer este viernes, en las Cartas al Director de HERALDO, la que firmaba Santiago Jiménez Torrecilla, que se quejaba, con cierta ironía, de que en Zaragoza todavía no se recojan separadamente los residuos orgánicos para aprovecharlos como abono. Como Custodio, hacía también sus cálculos de la ‘riqueza’ que se está perdiendo al no reutilizar esta basura: "No me parece exagerado afirmar que en mi hogar (cuatro) generamos diariamente del orden de 400 gramos de restos compostables, digamos algo más de 130 kilogramos anuales"; la cantidad total que podría aportar Zaragoza, sumaría "cientos de miles de hogares como el mío". Y hay que considerar el precio desorbitado al que están ahora mismo los abonos industriales. Han pasado ciento veinte años desde que, en 1903, se publicó ‘La busca’, pero, al menos en Zaragoza, la visión del señor Custodio todavía no se ha hecho realidad.

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