Redactor de HERALDO DE ARAGÓN en la sección de Deportes

No derriben al conde

El Conde del Salchichón en el CEIP La Almozara.
El Conde del Salchichón en el CEIP La Almozara.
Oliver Duch

Surcar los cielos es arriesgado. Pienso en Dédalo, en Ícaro y en los trompazos que debieron meterse aquellos ‘hombres pájaro’ que se lanzaban de lo alto de las torres en la antigüedad. Pienso también en los globos espías chinos que Estados Unidos está venga a reventar como si de una atracción de feria se tratara.

Avidez por la acrobacia aérea demostró igualmente Rihanna con las plataformas volantes de las que presumió en la reciente Superbowl. No me digan que no parecían una suerte de alfombras voladoras de ‘Las mil y una noches’. Poco se vio la trampa, pero la moza iba sutilmente sujeta con un bastón por detrás, lo que hay que agradecer porque menudo mareo de actuación para arriba y para abajo. Ni en la olla loca de Valdespartera, oigan. Por cierto, como juego visual resultó sorprendente al inicio, pero un ‘show’ de 14 minutos vuela que te volarás evidencia que la sorpresa caduca muy rápido.

De vuelta a quienes surcan los cielos –identificados o con ínfulas de marciano–, pienso en la gran fiesta del Carnaval infantil el domingo en la plaza del Pilar. Allí se verán astronautas y ‘supermanes’ y, claro, el vuelo sin motor del conde del Salchichón que pone punto final a las celebraciones. Antaño se soltaba desde el balcón municipal un globo –trasunto del rollizo aristócrata– y se le invitaba a volar libre. Espero que en la Base Aérea estén advertidos. Por favor, no me abatan al conde. Déjenlo que vuele alto y, si alcanzara los cielos de Alaska, Biden ya sabrá qué hacer con él. Sensores electrónicos no creo que le encuentren; colesterol y confeti, sí.

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