No le supo mal

El presidente de ERC, Oriol Junqueras
No le supo mal
Efe

Hay una gradación peyorativa en el término. Según la primera acepción del ‘Gran diccionari de la llengua catalana’, la más benigna, ‘botifler’ es alguien "de mejillas muy gordas". Ahora bien, los conmilitones de Oriol Junqueras no se refirieron a sus mofletes, cuando este se presentó en la manifestación contra la cumbre hispano-francesa de Barcelona.

Y lo mismo pasa con "presumido, arrogante", la segunda acepción. En el ideario xenófobo de Junqueras hay arrogancia, pero los que le imprecaron ese día lo comparten, así que no perciben dicha característica.

Descartado lo anterior, es indudable que quienes abuchearon y pitaron a Junqueras usaron el tercer significado de ‘botifler’ de la mencionada fuente lexicográfica: "Durante la Guerra de Sucesión, en los Países Catalanes, dicho de los partidarios de Felipe V de Castilla", apelativo que, "por extensión, hoy se dice del catalán que colabora con los enemigos de su país".

Por tanto, en la ocasión referida, unos cuantos individuos espetaron el vocablo más despectivo del que disponían, a un hombre que ha pasado 1.314 días encarcelado, tras haber delinquido, también, en nombre de ellos. "Junqueras, te queremos en prisión", llegaron a corearle. Sorprendente y significativamente, nadie les ha afeado tal conducta.

Si lo dicho indigna, el "no me supo mal" con que ha respondido el ofendido, aludiendo a una libertad de expresión que él no ejerce en este caso, hace pensar que Junqueras tiene lo que se merece. No por haber creado un monstruo, sino por ese oportunismo que, en español y en catalán, llamamos ‘miserable’.

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