Por
  • Inocencio F. Arias

Griñán y el portero del Bernabéu

Griñán y el portero del Bernabéu
Griñán y el portero del Bernabéu
Heraldo

Dado que en el PSOE consideran que José Antonio Griñán no debe ir a prisión muy pronto vendrá el indulto. 

No importa que los tribunales hayan fallado que en Andalucía se creó "un sistema fraudulento e ilegal que provocó un descontrol absoluto sobre los 680 millones distribuidos". Nuestra izquierda se cree superior moralmente, encuentra normal que Rita Barberá sea sancionada por 500 euros, aplaude que Bárcenas pase años en la cárcel por corruptelas del PP, pero los que cocinaron los ERE son diferentes, tienen algo si no elogiable sí comprensible. Como demócrata y como andaluz estimo que es una conclusión aberrante: estamos ante el mayor caso de corrupción que se recuerde en España. Sin embargo lo más ocurrente son las razones que se alegan para el indulto. Las hay patéticas y pueriles. Algunas me recuerdan la historia, fabulada o exagerada, del portero del Bernabéu.

Cuentan que un longevo portero en la fachada lateral del Bernabéu, supuestamente llamado Casimiro, vio pasar a unos paisanos suyos –era de un pueblo cercano a Madrid– camino de la taquilla. Dos llevaban entrada y otros querían adquirirla. Se sintió generoso y les dijo: "Os dejo pasar y si se llena el anfiteatro os vais de pie arriba que ahí cabe todo el mundo". Debió ser una eliminatoria de la copa de Europa que ganó el Madrid a la Fiorentina. En el encuentro siguiente, de liga, llegaron dos grupitos de paisanos. Casimiro, dubitativamente, los dejó entrar con la misma advertencia. Se corrió pronto la voz y la generosidad del portero creció, aunque persona íntegra donde las haya, no olvidó la equidad: nadie podía acceder tres partidos seguidos. Había muchos paisanos y parientes que contentar. Llegaron las fiestas del pueblo y Casimiro fue objeto de múltiples atenciones, en un restaurante no le dejaron pagar, otro beneficiado no le cobraría la reparación del coche, otro le regaló un jamón y el alcalde, madridista, al que había colado dos veces en el palco en donde se codeó con don Santiago Bernabéu, ¡casi ‘na’!, le daba abrazos en cuanto lo veía.

A lo largo de 39 años, Casimiro hizo ‘mucho bien’ (¿a 10.000 personas?) y, sin pedirlo, fue recompensado. Su hija, sin terminar ninguna carrera, fue nombrada bibliotecaria del pueblo, un hijo aprobó las oposiciones de maestro gracias a los manejos de un paisano catedrático y una huerta que tenía junto al garaje fue recalificada (todos los concejales habían ‘visitado’ el Bernabéu más de una vez), lo que le permitió levantar un edifico de tres pisos para sus hijos y otro que vendió. La gente española es agradecida.

En el PSOE actual, y entre buena parte de la ‘vieja guardia’ socialista, hay muchos partidarios de indultar a José Antonio Griñán para evitar que ingrese en prisión,
a pesar de que sea responsable del mayor escándalo de corrupción de la democracia

Cuando se jubiló, fue elegido alcalde, después de colocar a un sobrino en el Bernabéu que podría proseguir su benéfica labor repartiendo alegrías. Casimiro proclamaba con orgullo que él nunca se había llevado un duro y en su confesión postrera, había vuelto al redil católico, adujo con humildad ante el cura: "No he robado nunca y me he esforzado siempre en dar satisfacciones a la gente".

El ejemplo de Casimiro podía ser repetido por su sobrino, por un portero del Camp Nou y, ¿por qué no?, por un alcalde o presidente de diputación provincial, favoreciendo a un amigo con la concesión de la ITV, de gasolineras o de un concurso de limpieza ellos podrían no haberse lucrado nada y la compensación podría llegar con regalos o votos. No han trincado un céntimo aunque el precedente no sea precisamente ejemplarizante. En realidad es horrible.

Más intragables son otras razones de los defensores del indulto. La primera, que Griñán y alguno de sus colegas no montaron la operación fraudulenta, no fueron los cerebros. Es difícil ya de engullir, pero bueno… Entrando ya en lo patético está la de que no estaban al tanto de nada de lo que ocurría. Es una broma de mal gusto. El Tribunal Supremo lo desmonta afirmando que Griñán no solo conoció que se pagaran las ayudas a sabiendas del "descontrol" y de "gravísimas ilegalidades", sino que no hizo nada para impedirlo. Si esas gravísimas ilegalidades ocurrieron a lo largo de años, si el interventor advirtió en ocho ocasiones que estaban teniendo lugar, es inconcebible que el presidente de la Junta no supiera nada.

El indulto sería un daño funesto para nuestra salud ética. Un fatal ejemplo. Es lo que faltaba después de la reforma penal de estos días. Pero Sánchez lo dará pensando que el PSOE no es corrupto, la inmoralidad es cosa de la derecha. 

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