Jefe de Economía de HERALDO DE ARAGÓN

Empleo en el medio rural

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J osé María Alcubierre, el reelegido secretario general de la Unión de Agricultores y Ganaderos de Aragón (UAGA), reseñaba el pasado sábado en su discurso final en la XVI Asamblea General de la organización cómo se ensalzó durante los peores meses de la pandemia de la covid-19 el trabajo de quienes producen los alimentos que nos llegan a la mesa. «Nos han puesto multitud de calificativos; nos han denominado esenciales, también fuimos visualizados como agricultores al límite, estando en todas las cabeceras de los rotativos, hemos sido ganaderos y solidarios», recordó. Un brillo, añadió después, que en realidad fue flor de un día.

«La pandemia nos visibilizó», incidió. «Los elogios de toda la sociedad fueron constantes pero después los apoyos se quedaban ahí, en lo mediático, la cobardía del cambio de la política agraria se hizo presente y nos hace pensar lo poco que importan en el fondo los agricultores y los ganadderos», se lamentaba.

La denuncia velada de Alcubierre la corroborarían los representantes de otras organizaciones agrarias y, en un sentido más amplio, también todos aquellos que viven en el medio rural. Es generalizado entre la clase dirigente el mensaje oficial de apoyo a quienes no viven en las grandes ciudades, el de que hay igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos independientemente de donde vivan, pero es evidente que no es verdad. De ahí la fuerza de quienes reclaman más apoyos a la España vaciada.

En más de dos décadas de seguimiento de la realidad empresarial he visto como proyectos pioneros de emprendedores se han ido al traste por no contar con las mejores infraestructuras posibles para desarrollarse en pueblos de pocos habitantes. También he constatado la existencia de iniciativas de empresas más o menos consolidadas que han decidido seguir trabajando en pequeñas localidades por tradición o por compromiso con la sede local pese a saber que han perdido competitividad porque la banda ancha no funciona con la misma rapidez o porque no pueden ofrecer a los jóvenes las mismas condiciones que tienen los trabajadores de compañías más grandes en los entornos de las grandes urbes.

Y es ahí justo donde está uno de nuestros grandes problemas como sociedad, el de asegurarse que nadie se quede atrás, ni por edad ni por su localidad de residencia. Más dura se hace ver la realidad cuando los afectados son los jóvenes, aquellos que representan el futuro que ha de venir, para bien o para mal.

Alcubierre echó mano de una expresión muy aragonesa al señalar que la nueva Ejecutiva de UAGA ha de trabajar «para escampar la boira y dar luz a todas las personas que viven de la agricultura y ganadería y sobre todo apoyar ese futuro necesario e imprescindible que son los jóvenes». Una cuestión de la que tienen buen conocimiento en el Gobierno de Aragón. No en vano el presidente, Javier Lambán, ya se encargó de recordar el sábado en el evento de UAGA que entre 2023 y 2027 se destinarán 107 millones de euros a apoyar el relevo de trabajadores en el campo.

Cifras al margen, favorecer el empleo en el medio rural es hoy más que un reto, un imperativo. En ello deberán emplearse a fondo quienes tienen herramientas para hacerlo, mejorando infraestructuras en la España vaciada, atrayendo a nómadas digitales y, sobre todo, apoyando a quienes quieran trabajar en la noble tarea de producir los alimentos que llegarán a nuestras mesas.

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