Pulsión humana

Joan Baez y Bob Dylan en una de las actuaciones de la gira Rolling Thunder Revue.
Pulsión humana
Heraldo

Hace un mes comparé en este espacio los conciertos actuales de Bob Dylan y de Rosalía, para ejemplificar el avance inexorable del mundo digital y sus pantallas. 

Hoy, en cambio, vengo con una paradoja respecto a esta idea.

Según los últimos estudios del mercado musical norteamericano, realizados por la consultora MRC Data, el público joven escucha más las viejas canciones que las recientes. Un público al que, por otra parte, frente a lo que sucedía hace unos años, le interesan mucho menos las novedades musicales que las de los videojuegos. En este sentido, es significativo que la ceremonia de los premios Grammy de 2022 fuera seguida por nueve millones de personas, treinta millones menos que en 2012.

La progresiva disminución del impacto cultural de las novedades musicales, que hasta hace poco eran la base del negocio, ha hecho que solo representen ya el 30% del mercado musical norteamericano. Las compañías ahora pagan millonadas por los derechos de figuras longevas, mientras reducen drásticamente su inversión en las nuevas. Así que no sorprende que la mencionada Rosalía, cuyo arte, dicho sea de paso, incorpora elementos de viejo cuño, aprovechara la oportunidad de subirse al tren de la promoción industrial.

Finalmente, cuando leo que la juventud aprecia de las grabaciones del pasado que no estén contaminadas por la inteligencia artificial, que todavía suena hueca y previsible, me pregunto si la audiencia mayoritaria acabará familiarizándose con el sonido algorítmico, como ha pasado con otras técnicas, o si mantendrá el gusto por una pulsión humana más cercana.

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