Miedo en la autopista

Se abren al tráfico los diez kilómetros de la A-68 entre Gallur y Mallén.
Miedo en la autopista
Toni Galan

Los usuarios de la A-68 disfrutan desde el pasado 29 de septiembre de 55 kilómetros de autovía desde Zaragoza a Mallén, un desdoblamiento que ha costado casi dos décadas sacar adelante –tramo a tramo y con el último hasta enlazar en Navarra todavía pendiente–, para acabar con su negra historia de fallecidos en accidente.

Con el estreno de tan ansiada mejora, la ribera alta del Ebro ofrece dos alternativas: esta renovaba A-68 y la AP-68, lo que permite a los conductores elegir la vía de pago o la gratuita, una doble opción que facilita la distribución del tráfico.

Lamentablemente, esta posibilidad se dilata para el único tramo de la N-2 que sigue sin desdoblar: el que va a Alfajarín a Fraga, y que no deberíamos dejar de reivindicar, como parece que ha sucedido tras la liberación de los peajes, hace un año.

La supresión de los pagos en la autopista ha traído una buena noticia: desde que se produjo, en el trayecto equivalente de la N-2 no se ha producido ningún accidente mortal, cuando en el conjunto de la década acumulaba 51 fallecidos. Pero, a la vez, los usuarios hemos comprobado y sufrido cómo el tráfico se ha trasladado masivamente a la autopista.

En el caso de los camiones, en un 75%, de manera que la caravana que antes convertía la nacional en una ruleta rusa ocupa ahora los dos carriles de la AP-2. Obviamente, la siniestralidad es menor que en la general; pero de los 11 fallecidos que ha registrado ese tramo de autopista en la última década, 4 han sido en este 2022, con los peajes liberados. En concreto en las últimas semanas.

El pasado jueves, cuando el director general de Carreteras del Ministerio de Transportes vino a abrir los 10 km de Gallur a Mallén, explicó la situación de varias obras previstas en Aragón. No se le oyó referirse a este tramo de la N-2, cuando es uno de los pocos de las antiguas nacionales que siguen con dos carriles, uno en cada sentido. Y mientras la propia ministra presentaba en junio en Barcelona un programa de inversiones de 1.050 millones de euros para actuaciones en Cataluña derivadas de la liberación de los peajes de la AP-7 y la AP-2, en Aragón no parece que tengan previsto hacerlo.

Aragón tiene que seguir reivindicando el desdoblamiento de la carretera N-2 entre Fraga y Alfajarín, porque tras la liberalización del peaje en la AP-2 el tráfico en
esa autopista ha aumentado en gran medida y se ha vuelto peligroso

Una de esas actuaciones será recolocar los paneles informativos de la autopista, para que Tráfico pueda advertir la densidad de vehículos que hay en una u otra vía y el conductor pueda elegir. Lo que no se explica es que no se dejaran instalados y funcionando tras la liberación de los peajes.

Como inexplicable resulta la distancia ministerial con la que se observan las nuevas coordenadas. Ahora, muchos conductores de turismos evitan la AP-2 porque, aunque no se pague, hay momentos en que da miedo conducir envuelto en camiones. Los usuarios frecuentes cuentan cómo por la mañana se defienden de las furgonetas de reparto y por las tardes, de las decenas de tráileres que van camino de Barcelona o Europa.

Los datos que tiene registrados Tráfico abruman: por la AP-2, con peajes, circulaban una media de 16.000 vehículos al día; ahora suman unos 25.000. Y si hablamos de tráfico pesado, han pasado de 12.000 a 17.000 camiones, aproximadamente.

Uno de los argumentos esgrimidos es que desdoblar la N-2 no es urgente porque discurre paralela a la AP-2. Esa circunstancia se da en varios puntos de España sin que concentren el tráfico de mercancías que registran estas arterias a su paso por Aragón. Habrá que defenderse de los argumentos de terceros y pensar más en los nuestros. De momento, en Cataluña, 35 intervenciones por más de mil millones de euros. En el tramo aragonés, buscando alternativas por nosotros mismos para no pasar miedo en la autopista. 

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión